Por Róger Almanza G.
Originario de Bluefields, Alejandro Aróstegui se trasladó a Managua con su familia en 1940 y más tarde se convirtió en uno de los pintores más importantes de Nicaragua. Dice que solo siente miedo a la incertidumbre y a morir antes que Mercedes, el amor de su vida.
::: Si usted fuese un color…
Sería azul por su profundidad, porque representa el más allá y la eternidad.
::: ¿Cree en el más allá?
Sí. Creo en la vida después de la muerte.
::: ¿Cuál es su pecado?
Aunque procuro no pecar, en el que más caigo es la ira.
::: ¿Qué lo hace molestarse?
Cuando planifico algo y no resulta. Pero sobre todo la injusticia.
::: ¿Y qué lo pone de buen humor?
Mi hijo, cuando cuenta chistes en familia.
::: El gran amor de su vida es…
Mi esposa Mercedes, y la amo cada día más.
::: Un recuerdo de su niñez.
Cuando descubrí que el Niño Dios no era el que traía los regalos.
::: ¿Qué sería si no fuese pintor?
No me imagino. Quise ser arquitecto, pero no resultó.
::: ¿Qué piensa cuando le dicen “amor”?
Mercedes.
::: “Cama”.
King size (risas).
::: “Comida”.
Salud.
::: “Animal”.
Mucho problema y muy caros. Pero me encantan.
::: “Muerte”.
Paz.
::: ¿Cuál ha sido el mejor regalo que le han dado?
Tenía 5 años. Mi padrino, el doctor René Schick, me dio una patineta y la disfruté mucho en Bluefields.
::: ¿Qué haría si fuese presidente de Nicaragua?
Lucharía porque se respete la Constitución.
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