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Este es el fin

¿Qué pasa cuando un grupo de actores narcisistas se enfrenta al Apocalipsis? La respuesta a esa pregunta que nadie se ha formulado —excepto, quizá, algunos actores narcisistas— está en “Este es el fin”, la comedia creada por Seth Rogen y Evan Goldberg.

Por Juan Carlos Ampié

 

¿Qué pasa cuando un grupo de actores narcisistas se enfrenta al Apocalipsis? La respuesta a esa pregunta que nadie se ha formulado —excepto, quizá, algunos actores narcisistas— está en “Este es el fin”, la comedia creada por Seth Rogen y Evan Goldberg.

Lo más selecto del “Hollywood joven” se divierte en la inauguración de la casa de James Franco. El espectador es como un “colado” que entra a la par de Seth Rogen y Jay Baruchel. Los dos canadienses son extraños en estas tierras, pero Rogen se ha adaptado al ecosistema de la industria del cine. Baruchel resiente las nuevas relaciones de su amigo. Su viaje de fin de semana es, para él, un último intento por salvar la relación. Pero tendrá que luchar por mucho más que eso, cuando el genuino fin del mundo se desata con toda su furia. Tras una cadena de terremotos, la pareja de “canucks” y unos pocos sobrevivientes quedan varados en la mansión modernista: Franco, Jonah Hill, Danny McBride y Craig Robinson. Sus debilidades humanas pueden ser tan mortales como los monstruos bíblicos que merodean afuera.

Es refrescante la avidez de los comediantes por burlarse despiadadamente de sí mismos, o al menos, de las imágenes que se vislumbran entre sus papeles y la cobertura mediática del negocio del entretenimiento. En el fondo lo que tenemos es un “bromance” básico. El término, recientemente acuñado es la nueva mutación del “buddy movie”. La “película de amigos” es ahora un “romance de hermanos”, que ensalza la amistad entre hombres como un estado superior del amor, donde no hay lugar para las mujeres. Estas son relegadas a los márgenes, como accesorios cuyo único propósito es asegurar la heterosexualidad de los involucrados. Por eso, la película no tiene personajes femeninos importantes, y los que aparecen, son objeto de chistes misóginos.

Este es el mayor paso en falso de un comedia por lo demás eficiente. Si usted se ofende fácilmente, sepa que tendrá suficientes oportunidades. Muchos chistes retratan sexo sin consecuencias y el consumo recreativo de drogas. Un par de escenas de violencia gráfica son particularmente grotescas. Molestarse por eso en una película donde el canibalismo se presenta como algo viable, lo delataría como un amargado de primera línea.

El mayor problema es que el humor depende de la familiaridad del espectador con los actores y sus carreras. La gracia de la conducta extrema de Michael Cera —como el patán más repelente de todos los tiempos— depende de nuestra familiaridad con los incontables “nerds” que ha interpretado en el cine. Una referencia más enrarecida aún está en las divagaciones de James Franco en el mundo de las artes plásticas. Aquí son abono para la burla consignada en los objetos que decoran su casa. Dos cuadros hacen referencia directa a la relación con Seth Rogen, forjada en el set de la serie de TV “Freaks and Geeks” (1999), y la película “Pineapple Express” (2008). Sin saber de ellos, buena parte del chiste se pierde.

El humor de “Este es el fin” es más accesible al tratar las convenciones del cine desastre. La escenificación simbólica del apocalipsis se convierte en el genuino Apocalipsis. En el tercio final, la película va directo a la yugular del cine de acción plagado de efectos especiales, donde una orgía de muerte y destrucción debe ejecutarse para salvar a unos cuantos justos. Bajo su aparente compromiso con el mal comportamiento, se abraza el más rancio moralismo. ¡Qué ironía! Quedo con ganas de buscar la serie “Eastbound and Down”, la serie protagonizada por Danny McBride, el arma secreta de esta comedia sólida, pero insular.

Sección Domingo fin

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