El frío ayuda a conservar la comida fresca y retrasa la aparición de la mayoría de los microorganismos nocivos. Para ello compruebe periódicamente la temperatura de su refrigerador. En verano debe regular la temperatura a menos grados que en invierno.
Abra las puertas únicamente cuando sea necesario y ciérrelas lo antes posible, así será más fácil mantener la temperatura en el interior del aparato entre los 0° y los 5° C. La temperatura ideal de un frigorífico es de 4-5º C en el estante de medio, aunque no es la misma en toda la nevera. Si aprovecha la diferencia de temperatura, podrá realizar un buen almacenamiento de toda su comida.
Debe disponer los espacios para los alimentos de distinto origen así como para los alimentos crudos y los cocinados, de esta manera, evita el contacto entre los diversos alimentos y la contaminación que pueden transmitir unos a otros.
El punto más frío del refrigerador debe situar los alimentos más perecederos como la carne y el pescado frescos. Los huevos, productos lácteos, embutidos, sobras, pasteles y todos aquellos productos en los que se especifique en el envase Una vez abierto, consérvese en frío, colóquelos en los estantes de medio.
Los cajones de abajo están pensados para guardar verduras y frutas, que podrían estropearse a temperaturas inferiores. Los compartimentos o estantes de la puerta son los menos fríos y están destinados a almacenar productos que sólo necesitan una ligera refrigeración.
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