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Sandra Tórrez y sus hijos Alessandra y Ricardo Vega Tórrez.

Una pareja de artistas

Desde que Alessandra y Ricardo eran bebés, sus padres, Sandra Tórrez y Ricardo Vega, conscientes de la importancia de la música para su crecimiento, ponían de fondo diferentes obras de Mozzart para dormirlos, la influencia que esta costumbre ha tenido en sus vidas, es evidente. Pintura y música Cuando Alessandra, de once años, era apenas […]

Desde que Alessandra y Ricardo eran bebés, sus padres, Sandra Tórrez y Ricardo Vega, conscientes de la importancia de la música para su crecimiento, ponían de fondo diferentes obras de Mozzart para dormirlos, la influencia que esta costumbre ha tenido en sus vidas, es evidente.

Pintura y música

Cuando Alessandra, de once años, era apenas una bebé, hacía figuras con los espaguetis en su comedor. Luego, las paredes de su casa se convirtieron en lienzos y su madre lo aceptó porque observaba que seguía patrones.

A los dos años le enseñaron en la computadora el programa Paint de Windows y Alessandra aprendió a hacer colages bien dimensionados. Cuando Tórrez reconoció la habilidad de su hija, empezó a incentivarla. “Nunca le maté la espontaneidad de que pintara donde quisiera. Le compró pizarrones y plumas para que pudiera pintar, aunque las paredes no dejaron de ser su lugar preferido”, comenta Tórrez, gerente general de la empresa GBM en Nicaragua. A los nueve años, la pequeña pintora había investigado todo sobre los impresionistas y dominaba sus técnicas.

Durante las vacaciones de verano del 2002, el matrimonio le propuso asistir a un campamento en Boca Ratón, Estados Unidos, sobre mezcla de pinturas y textura. En ese momento Alessandra era una nadadora coronada, tenía 16 medallas y el récord de oro de mariposas, sin embargo, decidió que lo que quería era pintar.

Después en Nicaragua, buscaron al profesor Raúl Valverde y la profesora Carmen Rayo, para que la instruyeran y desarrollaran sus habilidades. Su amor por la pintura lo combina con su pasión por el piano. “Me gusta pintar durante las vacaciones de verano y tocar el piano todos los días. Me encanta pintar frutas y paisajes. Cuando pinto me siento tranquila y me quita estrés”, asegura Alessandra, quien recibió en éstos dos últimos el Presidential Award, certificado que envía el presidente de Estados Unidos a los mejores alumnos del Colegio Americano Nicaragüense.

Un espíritu libre

Ricardo, por su parte, también pintaba las paredes de pequeño al igual que su hermana, pero él añadió algo diferente. A los dos años, ponía los discos musicales y aprendió a retroceder la parte que más le gustaba. Sus padres le compraban aparatos musicales, y a pesar de que tenía aptitud para todos, al poco tiempo perdía el interés. Pero estaban seguros de que debían darles una base. Por esta razón, enviaron a Alessandra y Ricardo cuando tenía siete años, a un campamento de verano en Estados Unidos para fortalecer su aprendizaje de ciertas materias a través del método japonés llamado Kumon.

Por las noches, Ricardo practicaba piano en la casa de unos amigos de la familia. Sus padres se dieron cuenta de sus habilidades en el piano por casualidad, en un viaje de negocios al que asistieron con los niños. “Estábamos en el lobby del hotel esperando que nos llegaran a recoger y de pronto escuchamos la primera parte de la melodía de Beethoven “Para Elisa”, cuando vimos que era Ricardo, quedamos sorprendidos”, cuenta la madre.

Después él quiso entrar a estudiar piano de manera constante. En el 2005, se presentó en el Salón de las Cristales del Teatro Rubén Darío y recibió un reconocimiento por su dedicación.

“Ricardo es un niño con un espíritu libre,aunque no sea estructurado en la parte musical, tengo que dejarlo que sea como es, porque sería cortarle su inspiración. El oído de Ricardo es prodigioso, escucha una canción, se sienta al piano y la toca solo. Cuando decide que quiere ayuda, regresa a sus clases de piano”, afirma su madre. “No me gusta que me enseñen, me gusta adelantarme y tratar de tocarla primero”, dice el pianista.

Cuando tuvo dificultades en sus estudios, dejó el piano para dedicarse por completo a elevar sus notas “La parte académica es primordial. Si las clases no van bien, lo demás no estará bien porque todo lo demás es un complemento a la educación”, considera Tórrez.

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