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Música para sus oídos

El apoyo y sacrificio que Dolores Tapia ha puesto para la formación artística de dos de sus hijos es ejemplar. De sus cuatro hijos, María Dolores Cruz de 15 y Humberto de 11 años son quienes están involucrados en la música. Desde que Humberto era muy pequeño mostró interés en la música. A los tres […]

El apoyo y sacrificio que Dolores Tapia ha puesto para la formación artística de dos de sus hijos es ejemplar. De sus cuatro hijos, María Dolores Cruz de 15 y Humberto de 11 años son quienes están involucrados en la música.

Desde que Humberto era muy pequeño mostró interés en la música. A los tres años ya le llamaban la atención las guitarras de madera, los tambores y los discos musicales. “Sentía que a él le atraía eso y un día cuando leí en el periódico que la Camerata Bach fundaría una academia de música, no dudé en contactarme y le hicieron una prueba de talento”, asegura Tapia. Dicha prueba mostró que el niño, de siete años, tenía oído para la música, así que lo matriculó y a pesar de que a él le gustaba tocar de todo, la academia le sugirió que tocara el violín y dio excelentes resultados. Desde entonces ha asistido religiosamente a sus clases.

Debido a que la familia es originaria de Masatepe, madre e hijo se quedaban solos en Managua dos días a la semana después de que finalizaban las clases en el colegio, para que recibiera sus clases de música puesto que no podía dejarlo solo. Las clases de música han ayudado a Humberto de muchas maneras, entre ellas a superar poco a poco su déficit de atención. “Al principio, era un niño muy tímido, no quería quedarse solo en las clases y yo tenía que entrar a recibir las clases y así también podía explicarle ciertas cosas que él no entendía. Él apuntaba en su cuadernito y yo en mi libreta para después sentarnos en la casa a practicar”, cuenta la abnegada madre. Ahora, las cosas han mejorado, aunque ella siempre está pendiente de que él reciba las clases y no olvide llevar algo.

Después de varios años de estar inmersos en el mundo de la música con conciertos navideños, su hija María Dolores quiso recibir clases de flauta, pasó la prueba y ya tiene dos años de estudiar este instrumento, principalmente para satisfacción personal y cultura general.

Ahora, Dolores espera paciente a que sus dos amados músicos finalicen las clases y llevarlos de vuelta a casa. “Aunque llueve, truene o relampaguee, yo estoy con ellos en las clases de música porque sé que les servirá en el futuro, y quizás hasta puedan llegar a vivir de eso. Creo que se debe hacer un tiempo para todo y vale la pena el sacrificio. Cuando pienso en los beneficios que esto les da a mis hijos me lleno de fuerzas para seguir”, señala Tapia, quien es ingeniera agrónoma y actualmente administra la finca familiar.

El día que ella no puede llevar a Humberto y a María Dolores a las clases para atender a su hijo menor o por otros motivos, su esposo o su hija mayor los acompañan. “La mayor recompensa es asistir a los conciertos navideños, el gozo de ver a un hijo tocar junto a músicos profesionales es incalculable y siento que es el fruto de todos los esfuerzos”, expresa. En los dos últimos años, la Camerata Bach ha llevado a Humberto a los conciertos que ofrece por todo el país. Esta experiencia le ha enseñado a responsabilizarse pues ha tenido que viajar solo, pero él disfruta muchísimo cada gira y cada concierto.

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