Mucho se habla erróneamente de que la adolescencia es una crisis. Es posible evitar que esta etapa abra heridas si se guía a los hijos para sobrellevar las transformaciones propias de la edad, se responden sus inquietudes y se les muestra cómo enfrentar los peligros que acechan.Este periodo no es sinónimo de trastornos psíquicos.
En una pequeña proporción, alrededor de un 16 por ciento, es que se presentan este tipo de alteraciones que generalmente están asociadas con problemas familiares como padres maltratadores, familias disfuncionales, abandono afectivo, rigidez excesiva de los padres y sobre control.
Familia vs. factores externos
Los jóvenes viven un enfrentamiento entre las enseñanzas que ha recibido en su núcleo familiar y todo el bombardeo mediático y social que contribuye a que anhelen patrones desvirtuados, dañinos y engañosos en un intento por formar parte de un ambiente que les es promovido como atractivo. Sin embargo, ante esto, la educación adecuada con valores es prácticamente impenetrable.
Dentro de las problemáticas más graves que se pueden presentar en esta etapa es el consumo de sustancias. Mucho se niega el consumo del alcohol y sólo se perfila en las drogas como la cocaína y la marihuana.
La ingesta de bebidas alcohólicas suele ser percibida como una conducta socialmente aceptada y apropiada. Es necesario hacerles ver a los jóvenes desde muy temprana edad que este es un modelo de vida inadecuado al brindarles la información sobre los perjuicios que conlleva y sobre todo hay que ser consecuente con los actos, es decir, no sólo aconsejar, informar y prohibir sino dar el ejemplo.
En esta edad se da la aceptación del cuerpo y la imagen. Para sentirse bien el joven necesita ser reafirmado por su grupo. Si los padres no le han enseñado desde la niñez a quererse a sí mismo y respetar su cuerpo, al llegar a la adolescencia, se corre el riesgo de desarrollar problemas emocionales por esa información que no se le dio.
La falta de aceptación de la imagen corporal puede incurrir en depresión, aislamiento y baja autoestima. En estos casos los desórdenes alimenticios son un peligro latente.
Principalmente en las jóvenes puede presentarse anorexia o bulimia. ya que se vende un modelo de belleza alejado de la realidad en el que la mujer es extremadamente delgada.
En cuanto a las prácticas sexuales a temprana edad, los jóvenes son presionados por las expectativas de su grupo y la sociedad en general que sobrevalora las relaciones sexuales y presenta un panorama de permisividad en este aspecto. Es un error pensar que educación sexual es solamente dar a conocer la anatomía y los procesos biológicos pues también se debe incluir la parte afectiva.
Es necesario explicar que la sexualidad es hermosa, respetuosa y parte de la vida pero siempre en el momento adecuado para experimentarla con responsabilidad cuando haya madurez emocional y física.
Los cuadros depresivos son sumamente peligrosos ya que los adolescentes por naturaleza son impulsivos y fácilmente pueden desarrollar tendencias suicidas. Hay que estar atento a las señales de alarma.
Para resolver estos asuntos se hace indispensable una terapia familiar. Si no se hace énfasis en este aspecto se tendrán escasos o nulos resultados. Es importante reconocer que el adolescente es un reflejo de lo que sucede en la familia, por lo tanto el tratamiento debe ser integral.