Por ende hay que re hidratar dando bastantes refrescos naturales y frutas ricas en agua como la sandia, el melón, la papaya y procurar no exponer a los niños mucho tiempo al sol para evitar estas afectaciones.
Antes de acudir a una playa determinada infórmese de sus características (profundidad, zonas de peligro, presencia de corrientes, etc.), compruebe si cumple con los mínimos requisitos de seguridad y cerciórese de que está vigilada por socorristas acreditados y preparada para atender cualquier emergencia que pudiera presentarse.
Observe con atención el lugar donde su hijo va a sentarse para jugar. Lo más conveniente es que lo haga sobre una toalla, pero como no siempre es posible, controle que esté limpio de colillas, cristales, restos de basura u otros objetos que puedan resultar peligrosos.
Procure que el niño corra y juegue por la arena y el agua con el bañador puesto: la arena puede ser una fuente de infecciones si está mucho tiempo en contacto directo con las zonas genitales.
No cubra de arena a un niño: ni en posición tumbado, ni en posición vertical. Jamás cave un agujero de su talla. El peso de la arena sobre su pecho le impedirá respirar.
No exponga a los bebés menores de seis meses a la acción directa del sol. Carecen de la capacidad natural de la piel para defenderse y pueden sufrir quemaduras solares de carácter grave.
La exposición del menor al sol debe realizarse de forma gradual, en las horas menos calurosas con exposiciones de diez minutos, hasta un máximo de media hora seguida al día. Una jornada playera para los niños no debe alargarse de manera continuada más de dos horas, que en ningún caso coincidirán con las de máxima incidencia solar de 12:00 meridiano a 4:00 de la tarde. Bajo ningún concepto deje que el niño se duerma al sol.
No se fíe de los días nublados, ya que los rayos ultravioletas penetran las nubes y pueden causarle a su pequeño serias quemaduras de piel.
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