La soya es conocida por su habilidad de reducir los calores de la menopausia, bajar el riesgo de osteoporosis, y disminuir el colesterol malo. En la columna de la semana pasada les escribí sobre sus beneficios múltiples y les di unos tips sobre cómo usar la soya en su dieta cotidiana. Hoy quiero enfatizar una cosa: la asociación entre la soya y sus beneficios provienen de su proteína y otros componentes como la vitamina E, vitamina B 6 e isoflavones que se presentan en la comida, y el contenido de los componentes en la comida es distinto a aquello en suplementos y/o comidas o bebidas fortificadas con aquellos componentes aislados de la soya.
La Asociación de Comida y Droga (FDA) en los EE.UU. aprobó el reclamo de que la soya puede bajar el colesterol malo cuando se consume 25 gramos de la proteína por día sobre un tiempo prolongado. Pronto, empezó una oleada de productos fortificados con, supuestamente, los mismos componentes del fríjol de soya. Pero, en comparación con las comidas, los niveles de los isoflavones en suplementos puede llegar a ser mucho mayor, y niveles tan altos no han sido evaluados y por eso, el reclamo sobre los efectos positivos de la soya no se debe aplicar a suplementos. De hecho, el problema con el consumo de mayores cantidades de los isoflavones es que tienen efectos como la hormona estrógeno, tanto en mujeres como en hombres. Aunque la soya como comida ofrece un buen panorama de beneficios a un precio accesible, no se puede decir lo mismo sobre suplementos o comidas fortificadas con componentes de la soya.
Restaurante Ola Verde
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