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Qué valorar de una película

Arquímedes González:Para valorar una película tomo en cuenta principalmente la historia que se cuenta. Los primeros diez minutos de una cinta son básicos para saber a lo que nos enfrentamos, si tiene nuevas ideas, un sólido argumento, un planteamiento novedoso o diálogos inteligentes. La música es un elemento fundamental y neurálgico que valoro con mucho […]

Arquímedes González:
Para valorar una película tomo en cuenta principalmente la historia que se cuenta. Los primeros diez minutos de una cinta son básicos para saber a lo que nos enfrentamos, si tiene nuevas ideas, un sólido argumento, un planteamiento novedoso o diálogos inteligentes.

La música es un elemento fundamental y neurálgico que valoro con mucho cuidado porque nos transmite la energía, el movimiento y desplazamiento de los personajes.

Considero como un factor decisivo si el actor se apropia rápidamente de lo que interpreta. Un tema siempre presente son los efectos especiales que muchas veces tratan de ocultar historias mediocres o pésimas actuaciones. Un tema que es muy difícil y que siempre se agradece el esfuerzo, es el del humor porque es un género demasiado difícil para mantenerlo a flote durante mucho tiempo.

Franklin Caldera:
Las películas deben evaluarse insertándolas en un contexto espaciotemporal. Cuanto más amplio sea ese contexto (gracias al estudio y la experiencia), más preciso será nuestro juicio. Hay películas que cambiaron la forma de hacer cine y eso debe tomarse en cuenta.

Igual que la música y la pintura, una película es buena por distintos factores y esos factores o criterios no son los mismos para todas las películas. En algunos casos, como en el cine de Fellini, las películas impactan por sus innovaciones técnicas y el uso creativo de la cámara; en otras es más importante su lirismo o la habilidad narrativa del director, como en el cine de Chaplin o Truffaut. Hay películas que valen por la complejidad de su estructura ideológica, como El Embajador del Miedo; y las hay que, con un trasfondo político bastante simplificado, dejan huella indeleble por la fuerza de sus imágenes. Este es el caso de Lawrence de Arabia.

A medida que se ve más y más cine y se lee más a los buenos escritores de cine y a los críticos, los criterios personales comienzan a adquirir cierto grado de objetividad. Por eso, cuando se hacen encuestas a nivel mundial sobre las mejores películas de todos los tiempos, en casi todos los casos, las mismas películas ocupan los primeros lugares (Intolerancia, Potemkin, El Ciudadano Kane, La Trilogía de Apú, etc.)

Por supuesto que los gustos personales desempeñan siempre un papel pero un buen crítico debe llegar a distinguir qué películas le gustan por motivos personales (en mi caso, Disparadle al Pianista, por ejemplo) y cuáles son obras maestras, “objetivamente”.

La Prensa Literaria

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