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El Viejo

— Viejo chancho! — ¡Ay, chiquita linda! — ¡Viejo chancho! ¡Viejo Chancho! — …¿Y qué fue, Margarita?, le preguntó la Herminia Paiz que venía con una canasta. — Qué este viejo bandido me tocó. — ¡Eeeéh!, dijo la Herminia volviendo a ver al viejo. ¡Ve qué sin vergüenza! El viejo se quedó como si no […]

— Viejo chancho!

— ¡Ay, chiquita linda!

— ¡Viejo chancho! ¡Viejo Chancho!

— …¿Y qué fue, Margarita?, le preguntó la

Herminia Paiz que venía con una canasta.

— Qué este viejo bandido me tocó.

— ¡Eeeéh!, dijo la Herminia volviendo a ver al viejo. ¡Ve qué sin vergüenza!

El viejo se quedó como si no era con él.

Un chayul se le vino a chillar al oído y el viejo se metió un manotón en la oreja.

— Velo dijo la Herminia, no puede ni arrearse las moscas y anda de verriondo.

El viejo entonces le dio la espalda; se subió el pantalón levantándoselo de la orilla de la faja y caminando se vino por la otra acera.

— Dunda que sos vos, le dijo la Herminia a la otra, aunque hubiera sido una piedra le hubieras volado.

— Me ha visto chiche, dijo la muchacha. Y ayer también, ¿no quiso agarrarme el brazo?

— …Pero decíselo a tu mama.

— ¡Dan!, ¡Dan!, ¡Dan!, daban las doce en el campanario.

— Cada vez que paso por aquí, ai está ispiándome

— Pero vos tenés la culpa. Metele una pezcosada y vas a ver, le aconsejó la Herminia Paiz.

En la tarde el viejo estaba cabeceándose adentro cuando oyó golpes en la puerta y se levantó a abrir.

Cuando estaba cerca se asomó antes en una rendija y vio que era Chocoyo, el hermano de la Margarita.

El viejo pensó si le abría, y cogiendo coraje, medio abrió una hoja de puerta.

— ¿Qué quería?, le preguntó.

— Vella, le dijo el Chocoyo, cogiendo la puerta.

Vengo a advertirle que si vuelve a andar haciéndole sombra a la Margarita le v… El viejo no lo dejó terminar y júa, le voló la puerta encima.

— ¡Viejo desgraciado!, le gritó Chocoyo.

— Viejo cochón, salí.

— ¡Fúuuu!, sintió el viejo que se le subió la sangre, pero se reprimió un poco y mejor se apartó de la puerta y se vino para dentro.

Toda la tarde la pasó el viejo enchonado en la casa porque no quería salir y encontrarse con Chocoyo y lo fuera a comprometer; pero como a las seis oyó el pito de la bodega y asomándose a la ventana divisó la lancha de los Sandino que venía arrimando de la barra y pensó ir a conseguir trabajo en el desembarque de los bultos.

Cuando el viejo salió estaba cayendo una garubita y se subió el cuello de la camisa para no mojarse la nuca.

El viejo se pasó después del muelle a la lancha y platicó con el contramaitro para que lo apuntara.

El viejo y otros estaban allí y aunque ya estaban completos, el contramaitro era su amigo y lo aceptó para pasar la carga a la aduana.

Toda la noche estuvieron bajando bultos. El puerto dormía y sólo se oían los hombres pasar con los sacos.

Los luceritos madrugaban encima de los techos de zinc. Se oía también el lago debajo de los muelles y la claridad estaba ya abriéndose por el otro lado de la montaña. El viejo puso el último saco y bien rendido se vino a sentar a la orilla del muelle con las canillas guindadas. Allí se estuvo esperando un rato para refrescarse y después se apeó y se vino a la orilla para ir a bañarse.

Entre unos palos de soroncontil se metió el viejo a desnudarse. Se soltó los zapatos y puso los pies sobre la tierra húmeda encogiendo sus dedos entumidos; después se jaló la camisa sin desabotonarla, sacándosela por arriba; se quitó el pantalón, puso la ropa junto con los zapatos y capeándose de las espinas se vino acercando a la orilla, cuando en eso oyó la bulla y se agachó tapándose entre el monte. Allí nomasito entre las piedras de un lavandero estaba la Margarita. Al viejo le palpitó más el corazón.

La Margarita se estaba bañando. Tenía un atado de ropa sobre el lavandero y antes de ponerse a lavar se quedó en combinación y se sentó en el agua mojándose el pelo con las manos. Al rato se paró y el agua se le escurrió por todo el cuerpo chorreando y le quedó bien pegada la combinación. El viejo tembló al verle bien el cuerpo y se sentó en el suelo para que no lo viera; pero la tuerce que fuera el viejo a caer en un hormiguero bravo que lo atizó allí y no tuvo más que dar un brinco. — ¡Ay!, gritó el viejo.

Ligera la muchacha como una garza que sentada en los gamonales se espanta cuando pasa un bote a la orilla, la Margarita salió en carrera asustada.

El viejo llegó a su casa atolondrado, trancó la puerta, salió por detrás y se fue a esconder a las lanchas.

Al rato estaban en la casa del viejo, Chocoyo, la mama de la Margarita y otros hombres.

— ¡Tan! ¡Tan!, golpearon

— ¡Tan! ¡Tan!, volvieron a golpear.

— No está, dijo la vieja.

— Ai ha de estar, dijo el hombre.

— ¡Tan! ¡Tan!, golpearon más duro.

— Quebremos esa ventana, dijo el hombre y entre él y el muchacho se fueron a fuercear la ventana.

Al primer empujó cedió la ventana y por allá fue a dar la aldabita.

Nadie había en la casa

— …¿Y qué se haría, hom…?

— ¡Al saber!, dijo el hombre.

Yo voy a ir donde el cabo, dijo la vieja.

— No, mama, dijo Chocoyo. ¿Qué vas a hacer? Ai dejalo.

— ¡Cómo no!, ¡Cómo no!, dijo la vieja resuelta y salió arreglándose el tapado.

El cabo llegó al rato al muelle y halló al viejo que estaba soltando el bote para irse.

— …¿Onde vas?, le preguntó.

El viejo lo volvió a ver.

El cabo malicioso se acercó y puso su bota sobre la mura del bote.

— ¿Ves en la dificultad que te has metido?, le dijo pausadamente.

— …¡Y yo qué culpa tengo!, dijo el viejo.

El cabo bajó el pie del bote.

— ¿Vas para la Azucena?

— Sí, le contestó el viejo.

— Entonces, ve, llevámele estos dos pesos a Julián y decile que no hay de esas píldoras.

El viejo le alargó la mano y cogió los reales.

— …¿Y tus cosas?, le preguntó el cabo.

— Ai las voy a mandar a traer.

El viejo se empujó con el canalete de la orilla, pero antes que despegara se agachó riendo.

— ¿Pero es verdad que usted la vio bien?, le dijo.

El viejo se rascó donde lo habían atizado las hormigas.

— Si no ve que estaba en combinación, le dijo.

El cabo soltó la risa y el viejo se fue en el bote.

Tomado de tierra y Agua

La Prensa Literaria

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