Como quien alarga la punta de su vara
para mojarla en un panal de miel prohibida
y luego la lleva a su boca
se aclaran tus ojos
mientras rindo yo
a tus pies
mi desolación y mi reino
futuro
una mirada lo inaugura todo
como la luz oblicua sobre la faz
del agua primigenia
que da inicio a todo
cuanto vemos
así también
todo termina
un hombre y otro hombre
(yo ante el Padre
y vos al lado de Él)
ciegos ante una puerta
frente al alba y la llanura
como un nuevo día
que el Padre nos niega
mientras llueve azufre y fuego
y el sol no sale para nosotros
en la tierra.
Del libro inédito: Más dulce que el amor (EL LIBRO DE DAVID)