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Charlton Heston en la película Ben-Hur. LA PRENSA/AP

Un actor esculpido en mármol

La culminación de la carrera de Charlton Heston fue Ben-Hur (1959; filmada en los estudios de Cinnecitá, en Roma) Estudié primaria y secundaria (1956-1968) con los Hermanos Cristianos de La Salle, en el Instituto Pedagógico de Managua. Los hermanos despreciaban el cine, como era usual entre la gente culta de aquellos tiempos. Pero hacían una […]

  • La culminación de la carrera de Charlton Heston fue Ben-Hur (1959; filmada en los estudios de Cinnecitá, en Roma)

Estudié primaria y secundaria (1956-1968) con los Hermanos Cristianos de La Salle, en el Instituto Pedagógico de Managua. Los hermanos despreciaban el cine, como era usual entre la gente culta de aquellos tiempos.

Pero hacían una excepción. Cuando se estrenaba una película de Charlton Heston, suspendían las clases por una tarde para llevarnos al cine. La preferencia de los hermanos por este actor (nacido en Evanston, Illinois, en 1924) se debía a las películas histórico-religiosas que protagonizó en su época de gloria.

Heston era lo que se llama en inglés, un actor “larger than life” (más grande que la vida real). Alto, atlético, con músculos “honestos” (fruto de una niñez y juventud dedicadas a trabajos físicos y al deporte), perfil aguileño y voz resonante, resultó el actor ideal para interpretar personajes de dimensiones épicas, en historias ambientadas en la antigüedad o el medioevo.

Con experiencia en el teatro, alcanzó el estrellato cinematográfico como el administrador de un circo en El espectáculo más grande del mundo (1951) de Cecil B. DeMille, en la que impresionó por su naturalidad interpretativa y presencia física.

Su condición de súper astro se cimentó con Los Diez Mandamientos (1956), la superproducción de DeMille basada en el Éxodo. El filme es memorable por su espectacularidad, fotografía en Technicolor, música (de Elmer Bernstein) y efectos especiales. Pero un guión excesivamente juvenil y algunas actuaciones en extremo solemnes (incluyendo la de Heston) impidieron que fuera tomado en serio por la crítica o premiado por la Academia, como esperaba su productor-director.

Físicamente, Heston fue el Moisés ideal (en un trailer, DeMille mostraba al público el parecido del actor con el Moisés de Miguel Ángel en la iglesia de San Pedro ad Víncula, Roma). No obstante, Yul Brynner, como un dinámico y felino Ramsés II, casi se roba la película.

En 1958 protagonizó el film noir Sombras del mal (Touch of Evil), dirigido por Orson Welles, que también actuó como el sheriff corrupto y asesino (uno de los villanos más diabólicos de la historia del cine) confrontado por el policía mexicano interpretado por Heston. El actor ideal para este papel era Ricardo Montalbán, que tenía muchos años de hacer películas en Hollywood, pero carecía de la condición estelar necesaria para encabezar un reparto que incluyó a Marlene Dietrich, Janet Leigh y Zsa Zsa Gabor.

La culminación de la carrera de Charlton Heston fue Ben-Hur (1959; filmada en los estudios de Cinnecità, en Roma), de William Wyler (que lo había dirigido en Horizontes de grandeza), por la que obtuvo el Oscar al mejor actor (la carrera de cuadrigas es la mejor secuencia de acción de todos los tiempos). Como Judas, Ben-Hur logró proyectar admirablemente la hipersensibilidad del joven judío que busca desesperadamente a su madre y a su hermana y en el camino resuelve sus conflictos internos y encuentra a Dios.

El siguiente eslabón en su cadena de éxitos fue El Cid (1961) de Anthony Mann, rodada en los estudios de Samuel Bronston en Madrid (exteriores en Valladolid, Toledo, Castilla-La Mancha, etc.). Sophia Loren tuvo a su cargo el rol de Doña Ximena. El leproso que se les acerca a pedir una limosna es el actor y declamador nicaragüense Henry Rivas.

Posteriormente rechazó la oferta de Bronston de protagonizar La caída del imperio romano. El rol fue asignado a Stephen Boyd, el imponente Messala de Ben-Hur. Pero Boyd, eficaz en papeles de apoyo, resultaba deslucido en roles protagónicos. La ausencia de Heston fue uno de los factores que explican el fracaso de La caída del imperio romano, que puso fin a las películas ambientadas en la antigüedad que lo habían convertido en uno de los actores más famosos del mundo.

Pero pudo interpretar otros personajes históricos: fue Juan El Bautista en La historia más grande jamás contada; Miguel Ángel en La agonía y el éxtasis (ambas de 1965) y el general británico George Gordon en Khartoum (1966), coprotagonizada por Laurence Olivier (como Muhammed Ahmed el Mahdi). La agonía y el éxtasis habría sido mejor película si Olivier, y no Rex Harrison hubiera interpretado al Papa Julio II.

Otro hecho que interrumpió el ascenso de la carrera de Heston fue la irrupción en 1968 del nuevo Hollywood generado por el colapso del sistema de grandes estudios y la aparición de nuevos actores (Warren Beatty, Jane Fonda, Jack Nicholson, Mia Farrow, Dustin Hoffman, Al Pacino, Robert DeNiro, etc.) con personalidades y estilos de interpretación más acordes con el auge de la contracultura en el ámbito artístico.

Ese año (68), Heston protagonizó El planeta de los simios (filme de culto dentro del cine de ciencia ficción) y el Western Wil Penny, que contiene la actuación favorita del actor entre todas las suyas.

Convertido de pronto en un “has-been”, se refugió incómodamente en películas de desastres como Aeropuerto 1975 y Terremoto (ambas de 1974). De interés es Cuando el destino nos alcance (1973; Soylent Green), sobre un mundo asfixiado por la sobrepoblación (con memorable secuencia de la muerte de Edward G. Robinson escuchando la Pastoral de Beethoven).

En 1988 fue Sir Thomas More en una versión para la televisión, dirigida por él mismo, de A Man for All Seasons, pieza teatral de Robert Bolt, cuya versión cinematográfica (El hombre de dos reinos) le valiera un Oscar a Paul Scofield. Tuve el placer de ver a Heston en las tablas en un montaje de esta obra en el teatro de Coconut Grove, Florida, a mitad de la década de 1960.

Defensor de los derechos civiles de las minorías étnicas en la década de 1960 (marchó junto al Dr. Martin Luther King, Jr.), el célebre actor optó, posteriormente, por una línea política más conservadora, lo que empañó su imagen en un Hollywood cada vez más orientado hacia la izquierda.

Falleció el 5 de abril de 2008, seis años después de anunciar públicamente que sufría de la enfermedad de Alzheimer. Le sobrevive su esposa Lydia, con la que estuvo casado 64 años.

La Prensa Literaria

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