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La bruja del volcán

El fotógrafo con su lente rescata para la memoria colectiva a “la bruja del volcán”, una leyenda que aún se escucha sobre el humeante cráter del volcán Santiago y que tiene su origen en el mundo indígena Haciendo fotos en el volcán vislumbré en sus laderas un rostro insinuado por las rocas, bromeando con guardaparques […]

  • El fotógrafo con su lente rescata para la memoria colectiva a “la bruja del volcán”, una leyenda que aún se escucha sobre el humeante cráter del volcán Santiago y que tiene su origen en el mundo indígena

Haciendo fotos en el volcán vislumbré en sus laderas un rostro insinuado por las rocas, bromeando con guardaparques y visitantes por la presencia de ese rostro, recordamos las leyendas que habitan en este grandioso lugar.

La Boca del Infierno, como llamaron los conquistadores al volcán, fue exorcizado y bautizado con el nombre cristiano de Santiago, por fray Francisco de Bobadilla, cuñado de Pedrarias Dávila.

Popogatepe fue su olvidado nombre indígena, palabra de origen náhuatl que significa “cerro humeante” (equivalente a Popocatepetl, como el famoso volcán mexicano).

El cerro humeante era la morada de una deidad precolombina con la que se reunían los principales del cacicazgo de Lenderí, para realizar sus monéxicos: la consultaban para la toma de decisiones importantes.

Esta deidad, considerada un demonio por los frailes, es descrita por los cronistas como una “vieja fea y arrugada”.

Cuenta la leyenda que la vieja ordenó a los indígenas enfrentar a los invasores, condicionándolos a expulsarlos o nunca la volverían a ver. Nunca más se supo de ella, ahora apenas se le recuerda como “la bruja del volcán”.

Si nos dejamos llevar por los pensamientos mágicos la podemos imaginar indignada y asediada por enemigos. Sabiendo que los dioses mueren cuando los humanos olvidan, decidió resignada, convertirse en parte del volcán.

No se mostró más, para el que no quiso verla, pero su rostro se insinúa aún, mirando al poniente, en la ladera del volcán, a la izquierda de la cruz de Bobadilla.

Deteriorada por el paso inclemente de los siglos, sólo podrás verla si la restaurás con un poco de imaginación.

La Prensa Literaria

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