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Conocí a Julio Vallejo, Maestro de la Escuela de Bellas Artes, a finales de los años setenta.
En 1977 ingresé nuevamente a la escuela en la vieja colonia Dambach, y allí tuve el privilegio de tenerlo como docente y amigo. Lo recuerdo como un verdadero maestro, con talento y vocación para enseñar, explicándonos y enseñándonos, el dibujo o la pintura.
Mientras retocaba nuestros primeros balbuceo sartísticos, nos daba lecciones de historia del arte, hablándonosde Leonardo da Vinci, de Miguel Angel, Rafael, Goyao cualquier otro maestro universal. Con gran propiedadiba orientando nuestra vocación y sensibilidad. Mientras noshacíaenamorarnos de la Historia del Arte, nos ayudaba a moldear nuestro ímpetu y juventud, con afecto y cariño.
Lo recuerdo muy humano. Se destacaba por su trato con nosotros los estudiantes-aprendices. Pintor de buen oficio, el cual se preocupaba por enseñarnos los secretos de la cocina de la buena pintura. Pintor de figuras monumentales. Obra llena de misterio acentuada por su inclinación al clarososcuro que sabía matizar con estupendos acentos de luz y color. Pintor y formador de nuevas generaciones: maestro, amigo, artista.