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LA PRENSA/U. MOLINA

Nuestra habla

Acerca del libro Hablemos del Idioma que contiene cuatro secciones: Historia de las palabras, Significado de las palabras, Uso de los verbos, y Todo mezclado Inés Izquierdo Miller nos presenta, Hablemos del Idioma que es como hablar de la lengua, el don más preciado de nuestra cultura, pues por ella expresamos nuestra diferencia específica de […]

  • Acerca del libro Hablemos del Idioma que contiene cuatro secciones: Historia de las palabras, Significado de las palabras, Uso de los verbos, y Todo mezclado

Inés Izquierdo Miller nos presenta, Hablemos del Idioma que es como hablar de la lengua, el don más preciado de nuestra cultura, pues por ella expresamos nuestra diferencia específica de seres racionales; por la lengua hemos dado nombre a las cosas y a los seres vivos que es, como dice el Génesis, tener dominio o ser dueño de ellos; por la lengua expresamos nuestro gozo, preocupaciones y sueños.

Por la lengua nos entendemos, manifestamos nuestra voluntad y nos comprometemos en el bien común. Por la lengua adquirimos y comunicamos los conocimientos, nos relacionamos con el pasado y el futuro, por la lengua somos creadores, nos realizamos y nos redimimos. Si tan meritoria e importante es la lengua, no es extraño que Inés Izquierdo sea estudiosa y apasionada de nuestra lengua común, de la que también se ha convertido en su principal defensora en nuestro país.

Hablemos del Idioma contiene cuatro secciones: Historia de las palabras, Significado de las palabras, Uso de los verbos, y Todo mezclado. A lo largo y ancho de las 180 páginas de la obra, encontramos la exposición de los temas, 77 en total.

Sobre sus temas, Inés Izquierdo aborda aspectos históricos sobre el origen de las palabras y también sobre sus referentes, prendas de vestir: calzones y calzoncillos, camisa y pantalón, bluyín y bikini…, y otros términos como sandwich, brandy, cerveza, dieta, bissextus, que devino en bisiesto, etc. Pero no sólo aborda lo histórico sino también las dificultades gráficas, fonéticas, sintácticas y semánticas que plantean voces nuevas como talibán, Nobel, emprendedor, arroba, aperturar, accesar, carnetizar, primicias; varias de estas últimas al margen o marginadas por la norma que rige en nuestro polisistema lingüístico.

Doña Inés Izquierdo, en Nicaragua usted tiene un antecesor que por muchos años colaboró y mantuvo una columna lexicográfica en La Prensa Literaria en ese mismo Periódico en el que usted publica. Como usted, su antecesor dio a conocer, explicó, glosó y defendió nuestra lengua común; ese defensor del idioma es el jurista y Académico de la Lengua D. Enrique Peña Hernández, quien reunió tres tomos de su Columna Lexicográfica en LA PRENSA; tuve el honor de editarle los dos últimos tomos así como ahora me cabe el gozo de comentar su obra.

Hablemos del Idioma es una obra útil porque en todos los estratos sociales y cronológicos de la población existe interés por conocer y tener dominio sobre la lengua que describe el mundo en que vivimos. Casi todos los artículos o glosas que esta obra de Inés Izquierdo recoge, acusan el interés o necesidad de un lector que desea recibir la explicación autorizada de alguien como ella; en ayuda de este lector, la autora explica con sencillez, pedagogía, precisión, a veces con un tono de humor, pero siempre con respeto y espíritu de servicio. La glosa que ostenta el contexto del género epistolar, Inés Izquierdo, generalmente la cierra con alguna anécdota o alguna recomendación de orden normativo para el buen uso del idioma.

Centra su objetivo en la función normativa, aparece en un momento en el que las Academias de la Lengua Española han unido esfuerzos por rescatar la importancia de lo normativo frente a las pretensiones anarquistas; tiene, pues, su obra las notas de ser oportuna y útil. Es necesario rescatar el aprendizaje de todos los tiempos y modos verbales; es importante que nuestros hablantes conozcan las formas de adjetivar con corrección y puedan usar las preposiciones adecuadamente; es necesario simplificar en nuestra lengua esas expresiones repetitivas que oímos: “amigos y amigas”, “niños y niñas”; “me dirijo a los y las nicaragüenses”. Defender nuestra lengua de extranjerismos y barbarismos nos garantiza contar, en un futuro inmediato, con un instrumento adecuado para el entendimiento y la convivencia en la comunidad, en nuestra nación, en Centroamérica y en el mundo hispánico.

Ser defensor de la lengua trae muchas satisfacciones; pero no es fácil, también despierta envidias, maledicencias, incomprensión, a veces de los compañeros del mismo gremio, yo lo he leído e intuido en las glosas de la autora, porque ella da a conocer la gratitud de quienes la felicitan por su trabajo y también el descontento de quienes han sido aludidos en la corrección de un uso inadecuado.

Ahora, ha hecho lo más difícil. Inició y consolidó esta columna, nos ha presentado un libro que reúne temas y comentarios importantes en la defensa de nuestra lengua. Su libro constituye un valioso aporte para nuestra cultura y para la educación de las presentes y futuras generaciones.

La Prensa Literaria

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