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Una viajera demasiado azul

Libros publicados: Reloj de siempre (1965); El peso vivo (1968); Los pasos terrestres (1976); Hora de lejanías (1979-1981); Los delitos de Pandora (1987); Una viajera demasiado azul (1990) y Amar en Jerusalem. Participó en el Primer Festival Internacional de Poesía de Granada. Tengo, bajo mis senos, entre mi cuerpo donde todo moreno gesto palidece en […]

Libros publicados: Reloj de siempre (1965); El peso vivo (1968); Los pasos terrestres (1976); Hora de lejanías (1979-1981); Los delitos de Pandora (1987); Una viajera demasiado azul (1990) y Amar en Jerusalem.

Participó en el Primer Festival Internacional de Poesía de Granada.

Tengo, bajo mis senos,

entre mi cuerpo donde

todo moreno gesto palidece

en eterna tensión de danza y beatitudes,

una impaciente huésped que palpita de ansia

ante paisajes nuevos y ríos que inaugurar,

una viajera demasiado azul,

niña que fui, saltando

en la espuma de gozo de los mares,

mujer que soy,

amandopaisajes recién creados

con todo el entusiasmo de los advenimientos.

Ella hace zozobrar mi corazón

en cada muelle abierto que convida,

con su salobre gusto a lejanías.

En cada andén sin nombre,

donde el silbido largo de los trenes del mundo

crea ventanillas que pasan velocísimas

y nos llaman y ofrecen los dones de la tierra.

Desde cada aeropuerto y su viento impuntual,

pie del aire profundo e infinito

que nos recogerá en su mano abierta,

traspasando latitudes, horarios,

diminutas señales del hombre y sus cuidados

para intentar asir el universo.

Así, pasajeros de la noche al día,

en un sólo segundo de asombro y altitudes

nos sorprende allá abajo

la curva luminosa de la Tierra,

perfil de la alborada en el total silencio

de la noche y su música inconclusa.

Una viajera demasiado azul

que discurre parajes y caminos

y que va recogiendo voces,

afectos, músicas humanas

en su mochila de eterna caminante

que no se detendrá,

ni ante al puerta inmóvil de la muerte

y su gozne secreto, inevitable

como la misma vida,

móvil, atónito, incesante río

del que somos apenas viva espuma.

La Prensa Literaria

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