14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Mujeres, octubre 1996. Litografía. Robert Barberena de la Rocha. LA PRENSA/ CORTESÍA

Leve sensación

Yo no me quejo de la vida, porque al frisar como aquel caballero andante mis cincuenta y pico de años, en mis salidas por el mundo, no me ha ido tan mal como a él. Para comenzar: tengo lo que he querido: casa en el mar para veranear con mis amigos, varias casas en la […]

Yo no me quejo de la vida, porque al frisar como aquel caballero andante mis cincuenta y pico de años, en mis salidas por el mundo, no me ha ido tan mal como a él. Para comenzar: tengo lo que he querido: casa en el mar para veranear con mis amigos, varias casas en la ciudad, varios carros, y si de mujeres se trata, pues a cada una le he dado algo, qué digo, posesiones por todos lados.

A la vista y paciencia de cualquier mortal, de esos que se preguntan que cómo he hecho para llegar a tener lo que tengo, y no bastándoles me calumnian por la envidia que me tienen, digo: ¿Qué culpa tengo yo de tener tanto? Por si no se sabe, mis padres me heredaron propiedades, los prestatarios que no honran sus deudas conmigo me tienen que dar sus prendas empeñadas y, por si fuera poco, hay una millonada que me cae de los bancos como producto de los intereses de mi capital a plazo.

Gracias a Dios nada mal habido se puede contar entre mis bienes, ni nadie puede decir que soy corrupto, que he recibido coimas ni nada parecido, por tanto: no hay razón para que me tengan en la mira ni que me envidien. Sencillamente: si hay gente que ni para comer tiene y anda churequeando, no es culpa mía.

En defensa de mi patrimonio, la otra vez por eso mandé a sacar de mis propiedades a unos paracaidistas, que pretendían quitarme parte de mis tierras. No jodan: si quieren celeste que vayan a sudarse como se sudaron mis antepasados para que yo hoy no necesite trabajar. Porque en verdad: yo no trabajo, no necesito trabajar. Si acaso me ven que vengo a cobrar mi cheque de la nómina del Estado es porque me tienen como asesor, pues soy estudiado, me quemé las pestañas con los libros cuando debí quemármelas.

Ah, bueno, pero si nunca se me ve en las oficinas más que el día de pago es porque a cambio de mis servicios profesionales —en uno de mis yates fletado con entrenadas damas de honor— mis amigos que están en las oficinas me reciben y atienden de primero, no necesito hacer cola como los demás trabajadores, con sólo que me miren entrar asunto resuelto, y yo regreso a casa con una masa salarial que no se queda a la zaga de mis demás entradas.

La única vaina que está jodiendo hoy en día es que se ha puesto a la moda esa tal lucha contra la corrupción, en la cual puede que pague el justo por el pecador. Porque los más corruptos, ¿quiénes son? Y los que dicen luchar contra ella son pura tapa, para hacerle creer a la gente y asegurar los votos en unas próximas elecciones.

Entonces que quede claro: yo soy una persona de bien y como tal no es extraño que hoy que voy camino a cobrar mi cheque no sólo me ponga nervioso, sino que a la vez tenga una leve sensación de que ya las cosas han cambiado y hasta no aparezca en nómina. No quiero ni pensarlo, pero hay una razón profunda: mis amigos últimamente se me han apartado y parece que ya no necesitan de mis servicios profesionales.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí