- A la memoria de mi gran amigo, el poeta Álvaro Urtecho.
Corresponsal de guerra
Lo que yo afirmo con mi poesía
lo confirmo con mi llanto.
Yo soy un corresponsal de guerra
que hago en poesía los reportajes de mis heridas.
En esta guerra sólo si te rompen el corazón
puedes entregar un pedazo creíble de ti
o el secreto de una agonía personal
escondido en el canto de un pájaro oculto.
Esta guerra ha hecho en mi cuerpo un mapa de tatuajes:
este tatuaje de rosas secas habla de mis carencias;
este otro, de un parque de flores tronchadas,
dibuja los abandonos y las promesas incumplidas;
estos nombres que sangran, cuentan de soledades
y serpientes que durmieron conmigo
con el veneno que asfixió mi esperanza;
aquí en éste, yo soy el cazador y esta mujer es mi presa,
y no sé si me gusta la cacería o me gusta la presa;
en ésta, estoy con una gata salvaje que baila músicas imaginarias
y toca las teclas del clavicordio y las cuatro cuerdas del violín
que la convierten en carne mística de mi instinto animal,
me hace un perro rabioso ladrándole a la luna
y una lombriz buscando su anzuelo.
Aquí en éste aparezco nadando con ángeles y tiburones.
Y aquí hay un texto sobre mi espalda que dice
que hay mil millones de soñadores en el mundo
y que pueden irse todos ellos al infierno
porque yo sueño con la vida después de la muerte,
con la iluminación de mi casa en el firmamento,
aunque no sé si desde ese lado luminoso
se pueda ver el lado oscuro de la vida.
Yo soy un corresponsal de guerra
que tiene ya una fatigada felicidad sin ambiciones,
la estrella oscura y efímera de cualquier hombre
que padece la angustia de necesitar una razón,
que persigue zurcir la verdad con la mentira en mi ropa vieja
y que sabe que la belleza y el amor son flores carnívoras
que se deshacen, juntan sus pedazos, se reproducen,
mueren y vuelven a nacer.
Granada, 13 de agosto del 2008.
Crimen Perfecto
Pon tu mano cerca de mi corazón
que es capaz de cometer un crimen perfecto,
que es capaz de mirar hacia atrás y desear otro pasado,
haber sido sin ser y soportar lo que viene,
que es capaz de olvidar lo que amó.
La culpa de mis tropiezos y mis traspiés
la tiene mi corazón que olvida.
Alma andrajosa la mía
que deshace, en lo íntimo de la noche,
todo lo que amó, sin poner fin a mi vida.
En un mundo toco el piano y en otro rompo las cuerdas.
Mi rosa es vagabunda pero es mi carcelera.
Cuando alzo los puños es cuando me doy por vencido.
Muchas islas abandonadas son mi agonía
y ya no tengo la ansiedad de perder
ni la inspiración de ganar.
¿Cómo puedo creer en mi corazón
si es capaz de olvidar pedazos de vida tan grandes,
el dulce tono que tuvo la voz de mi juventud,
el fraseo y el temperamento de sus versos?
¿Cómo puede olvidar la edad de cuando gastaba la vida
y pagaba con versos?
Francisco de Asís era un pájaro expresivo
con el corazón descuadernado,
con una hermosa cara de tristeza y otra de alegría.
El olvido es un crimen perfecto
pero hace que las paredes de la vida se derrumben
y que el mago se quede sin pájaro oculto.
El olvido es una miserable cuerda de violín
que perturba mi sueño y no logra despertarme.
El olvido es un crimen perfecto
que hace que mi amor no haga par con mi amor propio
y deja huellas imborrables para perseguir al asesino.
Granada 26 de julio del 2008.
Marinero ebrio
Hay canciones y perfumes que me cambian de nombre,
la ciudad donde vivo y los vigores y angustias de vivir.
Me ponen como un marinero ebrio en la tempestad
con el mar lleno de ballenas entre pecho y espalda,
con Odiseo sin ardides masticando sirenas bellas y marginales
y recitando exámetros para aferrar la lucidez.
Canciones de cuna y de ebriedades. Perfumes de mujeres y de flores.
El cielo se abre y el mar se parte.
Y uno embrocado, de la boca de los versos a la hoguera
con la rabia de las visiones y los sueños
posponiendo la basura, lo obvio, la sobriedad,
y la prosa hedionda de despertar por la mañana.
Granada, 3 de septiembre del 2008.