14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Imagen de Darío paseando a caballo, además gustaba mucho de cantarle a la naturaleza y hacer de este tema muchos de los mitos de su poesía.

Los sueños traducidos del poeta

La poesía de Darío de transformaciones y reencarnaciones genera sistemas de signos provenientes de Grecia, Roma y el continente americano, que facilitan nuevas formas de traducir la presencia humana en el mundo Cuando Darío menciona al gran poeta clásico Ovidio en su poema A los poetas risueños, el autor de Las metamorfosis aparece como el […]

  • La poesía de Darío de transformaciones y reencarnaciones genera sistemas de signos provenientes de Grecia, Roma y el continente americano, que facilitan nuevas formas de traducir la presencia humana en el mundo

Cuando Darío menciona al gran poeta clásico Ovidio en su poema A los poetas risueños, el autor de Las metamorfosis aparece como el “sacerdote de la ciencia amorosa”. Las transformaciones ovidianas demuestran un movimiento fluido entre flora y fauna, una relación entremezclada y menos jerarquizada entre los dioses, los seres humanos y las demás especies que habitan el mundo. Para Darío, esta reciprocidad es a la vez sagrada y profana, porque el poeta es un sacerdote-chamán capaz de convertirse en lo no-humano para relacionarse con diversas especies en un contexto arcaico ancestral. Estas interacciones cosmogónicas suelen producir una progenie híbrida, la cual tiene una resonancia con el mundo actual, ya que la comunidad científica se empeña en modificar las especies cada vez más en términos genéticos. Según Francis Fukuyama en su libro Nuestro futuro post-humano: consecuencias de la revolución biotecnológica, “hemos mezclado los genes humanos con los de tantas otras especies, que ya no tenemos una idea clara de lo que es un ser humano” (Fukuyama 128).

La poesía de Darío de transformaciones y reencarnaciones genera sistemas de signos, o “semioesferas”, provenientes de Grecia, Roma y el continente americano que facilitan nuevas formas de traducir la presencia humana en el mundo. Darío pone en movimiento una serie de signos que explican cómo las metamorfosis humanas pueden entenderse como une serie infinita de “biotraducciones”.

Propongo iluminar la obra dariana como estudioso de la teoría de la traducción literaria en relación con la ecocrítica, empezando con las ideas de Kalevi Kull y Peeter Torop, que establecen un vínculo entre la traducción y los procesos biológicos: “La transmisión de textos de un ambiente a otro refleja la ecología de la traducción” (Kull y Torop 317). Los dos teóricos utilizan también el término Umwelt, definiéndolo como “el mundo tal como existe en el sistema de signos de un organismo, o sea, el mundo semiótico de un organismo” (318). Los poemas de Darío que se mencionan aquí, entonces, corroboran las ideas de la biotraducción en dos niveles: primero, estos textos generan signos de una biodiversidad mezclada asociada con la “ciencia amorosa” ovidiana y la creación consecuente de nuevos seres-signos; y, segundo, los poemas son textos traducibles, o sea, que poseen la potencia de entrar en otros sistemas de signos con nuevos significados.

Jesper Hoffmeyer, otro estudioso de la relación semiótica entre la traducción y los procesos naturales, parafrasea la idea de Darwin sobre la explicación del origen de las especies por medio de la selección natural, diciendo que este proceso debe llamarse la traducción natural, algo que el autor define como “la transmisión perpetua de mensajes ontogenéticos de una generación a otra” (Hoffmeyer 334). Como un ejemplo de este fenómeno, los pájaros migratorios traducen las configuraciones específicas de las estrellas a la actividad neuromuscular necesaria para que las aves lleguen bien a su destino final (Hoffmeyer 335). En augurios y Pájaros de la isla Darío demuestra lo que Hoffmeyer considera el mecanismo más importante de la evolución: la interacción creativa entre las costumbres y los signos (336). El poeta nicaragüense anhela incorporar los atributos y hábitos de las aves en su propia vida, convirtiéndose en co-signo o co-traductor de los pájaros-traductores que aparecen en su poema.

Los ecólogos, continúa Hoffmeyer en su estudio pionero, han hablado del “nicho ecológico” para describir “la extensión de cada elemento variable del medio ambiente, dentro del cual una especie puede existir y reproducir” (Hoffmeyer 335). El autor propone el término “nicho semiótico”, o sea, esa parte de la “semioesfera” local que las especies deben tener la capacidad de controlar para poder sobrevivir con éxito.

Para modernizar la literatura de lengua española, Darío floreció como organismo-creador cuando se propuso actualizar las dos antiguas semioesferas principales de su propio nicho semiótico: uno del mundo clásico grecorromano y el otro del mundo amerindio. En Darío, hay un proceso de traducción inter-semiótico, ya que los signos de estos diversos sistemas de signos se traducen y, al mismo tiempo, describen la relación entre los seres humanos y el mundo natural que habitan, muchas veces de una manera que refleja un movimiento fluido entre lo humano y lo más que humano. El origen más obvio de un deseo de convertirse en un signo de otredad en Darío es la literatura grecorromana, sobre todo en relación con la obra de Ovidio. En la tercera parte de Los cisnes, por ejemplo, Darío, en su “maduro ensueño”, experimenta una metamorfosis mítica y habla de su encuentro sexual con Leda íntimamente en primera persona como cisne:

Por un instante, ¡Oh Cisne!, en la obscura alameda

sorberé entre dos labios lo que Pudor me veda,

y dejaré mordidos Escrúpulos y Celos.

Cisne, tendré tus alas blancas por un instante

y el corazón de rosa que hay en tu dulce pecho

palpitará en el mío con su sangre constante.

Existe una convergencia entre este mundo clásico y las antiguas culturas amerindias con sus criaturas híbridas de especies entremezcladas, cuya importancia para Darío se revela claramente en las conocidas “Palabras Liminares” de Prosas profanas cuando afirma: “Si hay poesía en nuestra América ella está en las cosas viejas: en Palenke y Utatlán, en el indio legendario…”. Y es realmente un proceso de autodescubrimiento lo que el poeta persigue en “Tutecotzimí”.

Esta dimensión antropológica de la literatura, como afirma Wolfgang Iser, tiene que ver con las múltiples posibilidades dinámicas que existen para los seres humanos de transformarse y “satisfacerles el deseo inveterado de ser/estar al mismo tiempo con ellos mismos y fuera de sí”. Estas ideas subyacen el poder de las narrativas chamánicas que generan un espacio para la puesta en escenario de la otredad, para el movimiento más allá de las fronteras humanas, muchas veces a través del uso ritual de plantas sagradas potentes (como el ayahuasca, cuyo nombre en Quechua significa Liana del Alma) que facilitan la formación de una “semioesfera” en que los signos humanos y divinos se deshacen y se combinan de nuevo con signos vegetales y animales, la sustancia básica de cualquier mundo mítico (Luna y White).

Cuando se sale de los límites de la esfera de signos asociados con lo humano, los procesos de traducción pueden ser considerados en relación con el mundo orgánico en su totalidad, o sea, con una “biosemioesfera”, una perspectiva que sugiere Darío en su poema Reencarnaciones cuando dice: “Yo fui coral primero”. Según Alan Weisman en su libro El mundo sin nosotros, “al nivel del genoma, la diferencia entre nosotros y el coral es mínima, lo cual comprueba en términos moleculares de una manera contundente que todos proveníamos del mismo lugar” (Weisman, 266). En Reencarnaciones, entonces, la ciencia de la evolución con toda su belleza enigmática empieza a reemplazar lo que se ha considerado en la obra dariana como misticismo.

Los signos son potentes transmisores mitohistóricos hacia el futuro con un alcance global. En el caso del cisne, el signo se transforma en un portador de la resistencia cuando afirma el poeta en su famoso prefacio a Cantos de vida y esperanza que el poema A Rooselvelt es una protesta que “queda escrita sobre alas de los cisnes”.Darío entiende perfectamente la interacción de signos de coexisten en diferentes nichos semióticos cuando se dirige directamente al cisne(recuerdo la bella relación entre “cygne” y “sing” en francés e inglés), quizás el signo más importante de su propio semioesfera como poeta. En los cisnes, como si crear fuera el equivalente de procrear, Darío traduce a sí mismoal signo del cisne para facilitar la transmisión de su materia genética a sus descendientes literarios, y, finalmente, suelta el signo flotante de los cisnes como organismos que pertenecen a una biosemiosfera en que:

Las dignidades de vuestros actos,

eternizadas en lo infinito,

hacen que sean ritmos exactos,

voces de ensueño, luces de mito.

Obras Citadas

Darío, Rubén. Selected Writings. Ed. Ilan Stavans. Traducido por Andrew Hurley, Greg Simon y Steven F. White. New York: Penguin, 2005.

Fukuyama, Francis. Our Posthuman Future: Consequences of the Biotechnology Revolution. New York: Farrar, Straus & Giroux, 2002.

Hoffmeyer, Jesper. “Origin of Species by Natural Translation” en Translation Translation. Susan Petrilli, ed. Amsterdam y New York: Rodopi, 2003. Págs. 329-346.

Kull, Kalevi y Peeter Torop. “Biotranslation: Translation between Umwelten” en Translation Translation. Susan Petrilli, ed. Amsterdam and New York: Rodopi, 2003. Págs. 315-328.

Luna, Luis Eduardo y Steven F. White. Ayahuasca Reader: Encounters with the Amazon’s Sacred Vine. Albuquerque: Synergetic Press, 2000.

Weisman, Alan. The World without Us. New York: St. Martin’s, 2007.

*Profesor de St. Lawrence University

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí