Tratando de escurcar en mi memoria, asuntos aprendidos ¡ah ya rato!, acerca del genial-existencial-maestro-surrealista-Salvador, más propiedad de añejos escritores ciber-contemporanizados, regístrolas entonces ajenas a mi entorno, razón y realidad, hube entonces detener cavilación a preguntarme; ¿debo acaso tartamudear aquí lo remembrado? o ¿debo aquí corear lo escudriñado? Es fácil recordé. Es asunto de cambiar los caracteres, de reafirmar a tal y cual famoso ser o documento, y haciéndome pasar cual erudito, pondré las referencias en chiquito de libros, documentos que ni he visto, ahí al final de mi trabajo, ¿o es acaso momento a exponerme y hablar con propia lengua aún errando ciento por ciento en este escrito? Es lo que haré, me contesté, y desde lejos de cualquier asomo a la inconsciencia y sin consideración de facto alguna o emotiva causa, dispúseme entonces navegar tenebro-oscuro asunto más esperando ciento por ciento en mis adentros, ser muy certero en lo que ahora afirmo, por ello en lengua propia lo asevero; no hay mejor, ni peor visión realista, que la dialéctico-plasmada en tenebroso-surrealista mundo-artístico del visionario Salvador Dalí.
Parto ahora, me adentro a las honduras interpretaciones que el arte me permite y me limita, y tratando de ahondarme más en el asunto expreso: ¿es acaso posible al Tenebrismo, mantener su pura esencia encapsulada, en suerte medieval de una armadura, durante tantas lunas tan sólo aligerando oscuro color en el simbolizado?, ¿es acaso claro-oscuro, expresa manifestación de un arte, que dentro de una suerte de arte establecido siquiera el mismo visionario y surrealista, Eugenio Salvador haya notado? y ¿es acaso el marginal color que aparecido, solo ¡ah!, cada día por movimiento traslato-giratorio de la tierra, que junto a simple combustión oxigenosa de sebo, mecha y flama, sean únicos prendidos hitos, de un desusado barroco-tenebrismo, que incólume aún mande inalteradamente, en enérgicos tiempos de facturación en dólar, por eólicos, hidroeléctricos, petroleros o nucleares domiciliares servicios recibidos?
¿Qué es más importante?
Tremebundo asunto en el que a imbuirme voy al asentar caligráficamente; acaso es más importante la apacible efigie que brinda-nos reposadas aguas del estanque cuando el astro rey es quien las ilumina, que la misma imagen, en el mismo sitio, sólo reflejada a luz de luna o viceversa, y es acaso lógico seguir en disyuntivo tenebroso-establecido asunto, sin siquiera percibir que es conceptual y no pictórico, lo que en deber, tenemos sospechar.
Más que: loco, paranoico, existencialista, onírico, freudiano, esnobista, egocéntrico, esquizofrénico, trastornado, alterado, exhibicionista o surrealista, tenebrista, Salvador Eugenio Dalí es, y aunque admirables ejemplos ortodoxos de clara-oscura tradicional-tendencia elaboró, supo catapultar esencia del concepto dejando atrás oscuro panorama original, y aunque para muchos eruditos el momento; Dalí pasó de lleno al surrealismo hago un alto y digo: quizás Dalí nunca salió del Tenebrismo, sólo escribiolo en lenguaje surrealista.
El lenguaje del maestro
Tenebroso es lo tétrico, sombrío y triste, lo lúgubre, lóbrego, fosco y nocturno, llega hasta al no-color o negro, incluye también lo fúnebre, funesto y trágico, lo monstruoso y lo macabro, lo oscuro, opaco y gris, es además nebuloso, velado, apagado y aún hay más. ¿Cuánto de esto encontraré en la obra del magnífico maestro, sin que negra brújula o negro norte me obliguen dirección seguir?
Visionario Tenebrismo el que estudió, auscultó y en el que concluyó don Salvador, pues lejos de quedarse en el obstinado ambiente de lo oscuro, con portátil caballete a domicilio, en búsqueda de anacoretas de los sótanos que silicócicos mostraban costillar, de ajos posando semi-desnudos o el cadáver de un cerdo a medio destazar, mostrando y demostrando esencias del futuro realismo en sociedad,
Dalí no repetía ni copiaba, tampoco se inspiraba en lo no-propio, adentrose por ello en lo terrible-tenebroso del asunto hasta entenderlo, y cual Profano de la Prosa, iluminó penumbras. Por ello ahora es permitido ver lo tenebroso aún peor, pues ahora estamos en derecho, de ver el tenebrismo en full-color.
Claro y preclaro Tenebrismo, es el que aparece en el ilustre cerebro de Dalí, señor capaz de ver y concebir el polo norte aún estando en austral posición, saca pues don Salvador al Tenebrismo de la oscura esencia de su esencia, trasládalo de su interior-nocturno estado-comportamiento y expónelo al cielo en descubierto, colócalo en escala perspectiva llevando asunto interno-limitado e intégralo al paisaje y espacio ilimitado. Los pocos coloretes admitidos en tiempo del barroco, renacimiento y moderno tenebrismo, invaden casi al cien el estandarte jamás ello podría detener al gran artista diciéndole es cromático el asunto no es concepto, atrás deja la esencia tolerada y da pie al renacer del claro Tenebrismo frío.
Extranjeros sujetos aparecen revestidos de leyenda, fábula y magia conceptual, zancudos jira-fantes y zanquilargos equinos cargados de lujuria, riquezas mal habidas y fino bacarat, anticrísticas cabalgaduras desértico errantes a plena luz solar, al fondo o lo lejos, las nubes tormentosas, cielos enrojecidos, anuncian devenir.
Sutil, moderno y conceptual Tenebrismo, árboles sin hoja alguna presagiando futuro, montañas divorciadas de biodiversidad, apocalípticos paisajes del recalentamiento mostrando siquiera alguna molécula de ache-dos-o, el tiempo detenido en relojes agotados después de algún tsunami, el Cristo clavado en hipervínculo ¿quién conocer a Dalí Elgenio Salvador, para afirmar o confirmar aquí lo dicho?
* El autor es arquitecto, artista plástico y aspirante a analista de arte.