Danza Negra
Pasó batiendo sombras el hada de la muerte
en el despierto sueño de un otoño de sombras, desenroscó
una sierpe sus sueños, en la fuerte
visión fatal de las alfombras
Y buscó en cabeceos locos, buscó el ave,
alzando la columna de su cuello (el esbozo
de un frío), y de la muerte en la mirada grave
reían un diablo doloroso
Y cuando con la aurora, cayeron las astillas
de luz del sol que el pecho de los cielos perfuma
vi un cadáver a manchas azules y amarillas
y entre sus dientes ¡una pluma!
La Piedra Viva
La piedra despertó (y era una piedra
como las otras que hay en la montaña,
con piel de musgo y venas de yedra).
Y abrió los ojos. (Era la hora extraña
en que se enciende el sol, como la hoguera
que calienta al pastor en la cabaña).
Y luego dos pasos. (La ladera
era sonora y bárbara, y los vientos
peinaban su sombría cabellera).
Y en interiores estremecimientos
se inquietaba la Piedra, hasta que el ansia
le abrió la boca, y dijo pensamientos:
¿En dónde estás, en dónde estás, distancia
sin relación y tiempo sin medida,
y lo que Dios es, la única fragancia?
¡Oh!, quítame esta túnica: vestida
así, mi ser es cosa, sólo cosa,
pues la forma es la cárcel de mi vida.