Alfonso Cortéz
El Toro-Huaco
Con un manto de pardo cáñamo
que con plátano tiñó
buey toro, toro, toro-huaco
juega el indio adentro su yo.
Mañana hermosa y soleada,
y sin cercas que cruzar,
no hay ningún árbol que acuerpe
sólo el Santo que es Doctor.
Por un hombre enmascarado
se han dado más de un tropezón
y al mover del percance el cuerpo
tumbó el toro a un peatón.
Sus cuernos se cierran bárbaros,
y su vista mira atroz ni
se acerca, ni deja el campo,
por burlas a una voz.
Y el pueblo bailando en torno
al Santo de su devoción
mantiene siempre en contorno
a León y su tradición.
Yo rebosante de dicha
vuelvo a sentirme en mi León
no rueda Tiempo, en el Espacio,
¡fulge con más luz el sol!
León, 30 de septiembre de 1965
Tardes de Oro
Estas tardes supremas para el arte de vivir juntos y sufrir
amando, estas horas supremas en que el alma consigue
al fin tener algún descanso, ponen un signo de luz en los
ojos y un temblor de palabras en los labios; y detienen en
marco de horizontes, el errar del misterio cotidiano, y
balbucean nuestros corazones como pequeños niños pálidos
que conocen la vida, mientras callamos
Dame sentir tus éxtasis convaleciente de un dolor extraño,
mientras cae la tarde en tu belleza, brilla en tus ojos y
tiembla en tus labios; y crucemos lo largo de estas rutas, y
el verdor de estos campos perfumados, viendo pasar delante
de nosotros, el azar del misterio cotidiano; y mientras se
abren en el cielo perla miradas de ángeles por Dios
pensados; crucemos en silencio, ante la fuga del tiempo,
audaz bajo invisibles látigos, y que la eternidad nos pare
un día, las manos juntas y los ojos bajos.
Año 1911
Los Pobres
Modesto: cuando el tiempo con mano dura y fría, en
nuestra frente ponga arrugas de ironía, y en nuestra alma
se aleje la esperanza cobarde, te hallaré en un recodo de
la vida una tarde, y flotando un sueño de una época mejor,
haremos ramilletes de recuerdos en flor.
Tú que me has dicho tanto del doctor Pastor Luna, quien
en días de pena y tristeza bruna supo ser para ti un padre
y un hermano, que te indicó el camino y te alargó su mano,
siendo para tu vida eficazmente leal; tú que gozas en fin, la
alegría suprema, del ambiente de miel y el cielo de cristal,
acogerás con gracia este pobre poema!…
Año 1918