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LA PRENSA/Archivo/FOTOARTE: B. RODRÍGUEZ

Por el cine en Centroamérica

María Lourdes Cortés hace un recorrido por la historia del cine en La pantalla rota. Cien años de cine en Centroamérica. Además cuenta con una valoración crítica e ilustrativa de aquellos años del naciente arte cinematográfico María Lourdes Cortés vive en el barrio Escalante, al este de San José, Costa Rica – muy cerca del […]

  • María Lourdes Cortés hace un recorrido por la historia del cine en La pantalla rota. Cien años de cine en Centroamérica. Además cuenta con una valoración crítica e ilustrativa de aquellos años del naciente arte cinematográfico

María Lourdes Cortés vive en el barrio Escalante, al este de San José, Costa Rica – muy cerca del sector de la Universidad de Costa Rica (UCR) y los centros culturales – con su esposo el escritor Carlos Cortés, a quien dedicó su libro El espejo imposible. Un siglo de cine en Costa Rica, y Roberto, su hijo, a quien está dedicado La pantalla rota. Cien años de cine en Centroamérica.

Hasta noviembre del 2006 fue profesora de la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Veritas y asumió la dirección desde mayo del 2004, también dirigió el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica entre 2002 y 2004.

Apasionada de la cinematografía, la investigación y la literatura. Es Licenciada en Filología Española, estudió Cine y Literatura en Europa mientras ejercía un cargo diplomático en París, graduándose de este postgrado en 1998.

Cuando regresó a Costa Rica en 1999, encontró una efervescencia por las generaciones jóvenes haciendo cosas de arte con audiovisuales, lo que le animó a investigar y al hacerlo descubrió que había más de lo que imaginaba, pero más cerca de las letras que de la cinematografía emprendió la investigación: “Vengo de la literatura y amo la literatura. Pero no me podía dedicar sólo a las letras porque sentía una necesidad de trabajar un poco más con la semiótica, y el cine te permite eso”.

María Lourdes tenía una breve experiencia como productora cinematográfica y con el libro durante el proceso de escribirlo pudo unir sus dos aficiones, la del estudio del cine como la de la realización de un producto sobre el mismo tema.

Mientras estuvo en Europa desde 1996 a 1999 se dio cuenta que nuestra fortaleza en el campo de la producción es como región y le dio mucha importancia a esa visión centroamericanista, razón por la que la obra adoptó ese estilo, como nos comenta: “Sobre todo, lo que me interesaba era hacer un primer mapa panorámico de lo que había. Entonces es cuando me di cuenta que había muchas cosas diferentes en el cine entre nosotros los centroamericanos, diferencias con una cualidad igual: que éramos prácticamente invisibles ante el mundo de la cinematografía en el ámbito universal”.

GESTANDO LIBRO Y NIÑO

El libro logra un concepto completamente historiográfico, un archivo desde 1896 cuando llegó el cinematógrafo a Guatemala por primera vez, hace un recorrido por los procesos políticos y culturales que modificaron la cultura del cine y así la historia sigue su curso hasta el año 2005.

“Hago una cronología de todo lo que estaba disperso. Leí mucha historia de la región, traté de leer testimonios, novelas, documentos de la revolución, a Sergio Ramírez, Gioconda Belli, también la historia de cada país, todo va relacionado, el cine ha sido conducido por la historia general de nuestros países”.

La investigación estuvo apoyada por HIVOS, lo que permitió a María Lourdes viajar, pagar copias, escaneos y una serie de gestiones. El proceso total de la investigación para La pantalla rota duró siete años si se incluye la investigación previa que hizo para su primer libro sobre la historia de la cinematografía en Costa Rica (El espejo imposible. Un siglo de cine en Costa Rica), si no se incluye esta investigación previa sobre Costa Rica el trabajo con La pantalla rota duró dos años: un año viajando por cada país y el otro año procesando información, consultando vía Internet, leyendo libros de historia y cultura general de cada país centroamericano.

Roberto, su hijo, se gestó junto al libro. “Quedé embarazada en medio de la investigación. El niño es el centro de todo, pero no puedo dejar el resto sólo por él. No puedo ser madre tiempo completo porque me frustraría a mí y lo ahogaría a él. Lo acompaño en su desarrollo y me alegra mi vida”.

El embarazo pasó y entre pausas y momentos de escritura intensa, María Lourdes fue creando sus párrafos y capítulos, involucrando su vida personal con la profesional, pues se desarrollaban en paralelo.

ESTILO

La obra no solamente recoge la historia de la cinematografía centroamericana, también se puede leer comentarios, crítica, anécdotas alrededor de algunas producciones, “no quería hacer una historia por países, sino entrelazar las historias para demostrar que somos una región. Si no hubiera sido muy fácil y aburrido. Por un lado fue un reto, un reto de ordenar por períodos y sentía en efecto que antes de los años 70 todos estábamos haciendo como la primera película, igual ahí vi las tendencias, el cine oficial, que donde más había es en Nicaragua, Guatemala y El Salvador, los países donde había tradición dictatorial”.

LA OBRA

La obra está compuesta por un prólogo titulado Rehacer la pantalla, escrito por Jorge Ruffinelli, de la Universidad de Stanford, una amplia introducción titulada Fragmentos de un cine oculto, y tres partes. La primera parte, Los primeros años del cine en Centroamérica, hace un recorrido por cada país centroamericano desde el circo y el teatro hasta la pantalla grande, donde aún no están incluidos Honduras y Nicaragua, por haber llegado el cine a éstos hasta en los años 60 (aunque un reciente estudio demuestra que el cine llega a Nicaragua en 1899 y no en esa fecha que refiere la autora).

En la segunda parte, Cine y Revolución, es muy curioso confirmar que no solamente hubo una revolución o un acontecimiento político como método o impulso para hacer un cine más que todo documental (por ser el género documental más barato en cuanto a la producción que el género argumentativo), sino todo un movimiento cultural que buscaba su manera de expresión, y la más veraz y de impacto y fijación visual para registrar ese acontecimiento histórico fue la del cine en 16 y 35 milímetros.

La tercer parte, Cine y vídeo en Centroamérica hoy, es donde se muestra de manera clara la forma de crear vídeo en América Latina, que es un estilo menos recreativo sino documental y se fundamenta en temas sociales, históricos, muy poco de entretenimiento.

Se puede observar en esta parte un recorrido por cada país de Centroamérica destacando trabajos en especial y personalidades del cine que dedicaron una vida entera a la cinematografía y hoy se convierten en ejemplos para las nuevas generaciones de cineastas centroamericanos.

Cien pantallas rotas

El extraordinario libro de María Lourdes Cortés contiene un proceso de investigación exhaustivo, una recopilación sistematizada de los hechos históricos combinada con parte de las entrevistas efectuada a los cineastas creadores de estos cien años de cine en Centroamérica, incluso la letra de Poco antes de que den las diez de Joan Manuel Serrat, base del guión de Señorita (1973).

Con un lenguaje ameno nos lleva de la mano desde la venida del cinematógrafo y la curiosidad que despertó hasta las últimas manifestaciones y tendencias del vídeo y el audiovisual en la región.

Recoge todo el proceso de formación de las bases del arte cinematográfico en cada uno de nuestros países, incluyendo Panamá. Los pioneros que abrieron con sus utopías “el camino de ladrillos amarillos” y las primeras productoras que añoraban algún león rugiendo en sus logotipos en busca de una identidad perdida.

Pero María Lourdes va más allá, y no sólo nos refiere la sinopsis de los documentales, cortos y largometrajes, sino que también nos los va analizando desde la perspectiva de un amplio conocimiento del tema tratado, del lenguaje del arte cinematográfico y de la estructura dramática del guión.

Además, se adentra en el ser mismo de los cineastas y su concepción subjetiva de la realidad que le tocó vivir para poder recrear esa misma realidad por medio del más completo y complejo arte actual. Su íntegra mirada profesional deja entrever la mujer que hay detrás y con prudencia expone sus criterios en un espacio objetivo abierto al universo de la diversidad.

Rescata nuestras ilusiones volcadas en la revolución, la imagen violenta de las guerras vividas, el hambre, la miseria, la alegría y la foto impactante de las tragedias naturales. Nada se escapa a su ojo profundo y metódico. La visión que de nosotros, como cineasta proyecta, nos obliga a una reflexión y a cuestionarnos lo hecho y lo por hacer y qué papel jugamos en ayudar a crear un mundo más potable, bebible, hermoso y compartido por todos en la misteriosa palabra: felicidad, mientras nos llega el momento de nuestra última toma en que nuestra pantalla se cierra y vemos la palabra fin en un fade que suavemente se va a blanco.

La Prensa Literaria

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