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De la realidad entre escenas

El director de teatro Filiberto Rodríguez ha llevado este arte a los barrios populares con mensajes positivos Una de las cualidades de Filiberto Rodríguez es su capacidad creadora, ese proceso dramático de hilvanar las acciones, convirtiéndolas en conflictos, en la armazón del argumento, en una historia que es la fabulación de la obra teatral. Si […]

  • El director de teatro Filiberto Rodríguez ha llevado este arte a los barrios populares con mensajes positivos

Una de las cualidades de Filiberto Rodríguez es su capacidad creadora, ese proceso dramático de hilvanar las acciones, convirtiéndolas en conflictos, en la armazón del argumento, en una historia que es la fabulación de la obra teatral. Si algo caracteriza a este pionero del teatro nicaragüense no es solamente cómo cuenta la historia, sino también cómo la representa. Pero sobre todo es el uso ficcionario, cómo convertir la realidad desde el escenario en magia teatral.

Con más de treinta años en el escenario nacional concibe el teatro como un medio de comunicación, no en el sentido literal, todo lo contrario, a través del análisis, de la búsqueda de símbolos, de un lenguaje connotativo que juegue, desde la puesta en escena, con el espectador, que lo haga pensar, que sienta, que reflexione. Inicia en 1980, en el incipiente departamento de Teatro del Ministerio de Cultura, que tenía el proyecto de formar siete grupos de teatro a nivel profesional.

Funda un año después el grupo Teyocoyani, en León, que se convierte en uno de los grupos pioneros a nivel nacional. Deja de ser director en 1988, el grupo desaparece en 1990. En 1992 funda el grupo Espiga Nueva, teniendo entre sus primeros actores a doña Carmen Toruño, fundadora del Museo de Mitos y Leyendas de León, al Guadalupano, Manuel Urtecho y Pedro Pablo Martínez Méndez, entre otros.

En estos años ha creado todo un repertorio, a partir de las temáticas sociales inmersas en la coyuntura nacional, utilizando y perfeccionando el Método de Creación Colectiva. Juan y su mundo plantea las dificultades de los campesinos como dirigentes, como líderes, estando en el poder son bloqueados por cuadros intermedios. El vendedor de milagros crítica la doble moral y las frustraciones del hombre entre sus sueños y la realidad misma. Con El sueño de los muertos consolida su creación dramática, dándole un sello muy personal y una apropiación muy original del Método de Creación Colectiva. Aunque se basa en la tragedia del huracán Mitch. Juega con el pensamiento mágico y religioso del pueblo, en donde los personajes sin saber que están muertos, son juzgados porque en sus vidas destruyeron y despreciaron la naturaleza.

Como creador considera que es un director permanente en la búsqueda de la imagen teatral, de una imagen que se distancie de la realidad, porque es enemigo del panfleto y de lo mal elaborado, sobre todo de las historias mal contadas o a medio contar. Porque sus obras —dice Filiberto Rodríguez— tienen principio y fin, tienen coherencia, de la historia parte lo demás, como la actuación y la caracterización de los personajes, el ambiente escenográfico y la atmósfera dramática. Desde la historia, concluye, se asume la crítica de las contradicciones humanas, de la reflexión para cambiar.

La propuesta estética de Filiberto Rodríguez es el equilibrio entre la realidad y la magia teatral. Su compromiso no es copiar la realidad, sino hacerla irreal, mágica, nostálgica y evocativa. Prueba de esto es uno de sus dos últimos montajes. El punche de oro, basado en un mito leonés y Los motivos del lobo de Rubén Darío. En el primero desmitifica el mito, en el segundo el poema es el pretexto del texto dramático. La primera está ubicada en el Fortín, actual basurero de León, haciendo una carnavalización de la vida humana, donde el mito se desbarata ante la crueldad de la realidad misma. Con el poema de Darío juega a través de las imágenes, no es una dramatización del poema, sino una fabulación dramática, una parodia escénica.

En su propuesta estética está el texto y la imagen, el ritmo y el contenido musical , lo corporal y expresivo del cuerpo, el sentido del color, la luz, el vestuario, el maquillaje, pero sobre todo, el impacto de la obra en el espectador; su gestualidad de risa, de comicidad, de complicidad con el personaje; su aceptación que el teatro es magia, que lo divierte, que lo atrae, que lo hechiza.

La Prensa Literaria

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