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Xiomara Centeno fiel al teatro

Xiomara es el teatro dentro del teatro. Es la poesía de Lorca, César Vallejos, Rubén Darío, Pablo Antonio Cuadra, Pablo Neruda, los aprendidos al tubo o al pie de la letra a sus 13 años en el Instituto Ramírez Goyena, sin entenderles, pero conviviendo en su memoria y por supuesto su madre, Doña Rosaura, incansable, […]

Xiomara es el teatro dentro del teatro. Es la poesía de Lorca, César Vallejos, Rubén Darío, Pablo Antonio Cuadra, Pablo Neruda, los aprendidos al tubo o al pie de la letra a sus 13 años en el Instituto Ramírez Goyena, sin entenderles, pero conviviendo en su memoria y por supuesto su madre, Doña Rosaura, incansable, luchadora, casi analfabeta, leyéndole Los Motivos del Lobo y la ejecución del piano y la guitarra de su padre, aunque fuese una figura ausente.

Esta base importante de poetas extraordinarios y un anuncio en su colegio bastaron para trazar su camino por el teatro y su sensibilidad a la poesía. Socorro Bonilla Castellón fue determinante, inculcando, persuadiendo, exigiendo, enseñando, impartiendo clases de teatro, de pasión y de compromiso. Una conjugación de herencia, casa y calidad de enseñanza del Ramírez Goyena, ahora perdida. Son sus maestros Ramón Chow Díaz, Socorro Bonilla Castellón y el profesor Andino, los que forjaron su aprendizaje.

RECORRIDO QUE FORJÓ

La identidad y desarrollo cultural de la Managua de los años sesenta, reflejada en la creación de importantes centros de enseñanza de educación secundaria y universitaria como el Colegio Centroamérica, el Colegio La Inmaculada, la Universidad Centroamericana (UCA), el Recinto Universitario Rubén Darío de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), los Institutos Maestro Gabriel y Ramírez Goyena y la creación de importantes instituciones, organizaciones y movimientos culturales y artísticos, tuvo su expresión en la vida cultural de los colegios e institutos de Secundaria.

Los mejores actores y actrices de estas agrupaciones de aficionados eran el semillero de los grupos experimentales con un carácter más profesional, tanto en las universidades como de la vida independiente. Xiomara es invitada en 1970 por Socorro Bonilla a la Comedia Nacional de Nicaragua.

Seis personajes en busca de autor, de Pirandello, presentada en la salita de Bellas Artes, fue el principio. Monstruosa obra frente a la inmadurez y el deseo. Análisis complicado de estructurar, ya que la obra es difícil de entender por todos los diálogos profundos que propone el autor por medio de sus personajes. En Seis personajes en busca de autor, el público es confrontado con la llegada inesperada de seis personajes durante los ensayos de una obra teatral (incidentalmente, una propia obra de Pirandello: El juego de los Roles) que insiste en ser provistos de vida, de permitírseles contar su propia historia.

Luego vino La Zapatera Prodigiosa, de Lorca, estrenada en el Auditorio de la Cruz Roja, actuando a la par de Doña Blanca Amador, figura esencial del radio teatro y de la escena nicaragüense, elogiando el trabajo de los debutantes, particularmente el de Xiomara por su desplazamiento escénico y manejo de las manos.

Esta capacidad la llevó a su primer papel protagónico en Cascabelito, del autor argentino Domingo Froío, al lado de Arnoldo Quant, estrenada en el auditorio del Pedagógico.

La noche del terremoto de 1972 sorprendió a los actores de la Comedia Nacional saliendo de un ensayo de Las Mujeres Sabias, de Moliere. Caminando por la Calle Momotombo hacia su casa en el Barrio San Sebastián, junto a René Aburto, contemplaban las reacciones de la gente —que salía a butaquearse en las aceras de la vieja Managua— presintiendo el desastre. Sólo la tenacidad de Doña Socorro hizo que el elenco se reuniera a los tres meses para ensayar en su casa y estrenar Las Mujeres Sabias en el Teatro Carpa Rubén Darío. Luego la obra se presentó en la casa de Doña Mimí Hamer.

COMPROMISO SOCIAL

Sin advertir el enorme cambio y el potencial que el teatro le daría para definir sus convicciones revolucionarias y su firmeza ideológica, fue creciendo como actriz y moldeando su carácter fuerte, audaz y valiente, en contraste con una marcada sencillez e introspección que definen a la Xiomara Centeno férrea, tierna, fiel a sus convicciones, firme y sin concesiones ideológicas, estéticas y artísticas.

Las puertas se le abrieron en Teatro Estudio TEU de la UNAM, fundado también por Doña Socorro Bonilla, luego transformado en Ollantay Teatro Recinto UNAM, para evitar confusiones con el TEU de León que ya existía con anterioridad. En 1974, ya en la Comedia Nacional, se estrena Si quiero, de Alfonso Paso, en la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío, como la primera pieza estrenada por la Comedia en esta sala. En el papel de Marta, el reparto lo integraban actores como Hugo Hernández Oviedo, Charles Delgadillo, Iván Argüello, Erick Blandón, Ruth Obregón, Róger Miranda, Elsa Arana, Ricardo Vallejo y Manuel Tenorio. En una escena de esta obra, donde se da una entrevista de televisión, Xiomara advierte la posibilidad de improvisar agregando textos relacionados con el contexto político, sin la autorización de su directora, por supuesto, porque ya sentía la necesidad de pronunciarse políticamente.

A Xiomara le correspondió figurar de público a escasos metros, en el atrio de la Catedral, mientras se inauguraba el Teatro Nacional Rubén Darío el 6 de diciembre de 1969, cuando dos grupos experimentales de teatro surgidos de la UNAN-Managua y la UCA presentaban la única obra escrita por el periodista Roberto Sánchez, ¡Qué honorable familia!, considerada por Jorge Eduardo Arellano como “el primer intento del teatro protesta en Nicaragua”; y a su vez Pablo Antonio Cuadra la calificaba como “la obra de teatro popular más impactante después del Güegüense por su forma de recuperar el teatro de plazas”. La obra se estrenó en el gimnasio de la UCA con las graderías como escenario y fue dirigida por un equipo de directores, entre los cuales estaba Alberto Ycaza; en ella se utilizaba la musicalización de William Agudelo sobre Los Salmos de Ernesto Cardenal; el Diario La Prensa recoge en una crónica de primera plana del 8 de diciembre todo lo que aconteció en la plaza:

Cuando la manifestación llegó hasta el atrio de la Catedral, los estudiantes ocuparon ciertos lugares y comenzaron a expresar lemas en contra de la dictadura. Inmediatamente unos 60 agentes de seguridad se fueron mezclando entre los curiosos. Los agentes de seguridad iban al mando de un teniente de color moreno y de baja estatura, el cual, al finalizar la obra, no se abstuvo de aplaudir. Este oficial anotaba los nombres de los asistentes en una libreta. Efectivos del Batallón de Combate patrullaban los alrededores en Jeep.

La obra evidentemente criticaba el mundo ficticio de una familia aristocrática en Nicaragua. Sucedía en varias escenas independientes donde el cura habla con la madre de la familia para pedirle unas cortinas italianas carísimas y le promete la bendición papal a cambio; el padre de familia se siente traicionado por su hijo Camilo, pues al pedirle ayuda, más bien éste se identifica con el capataz; el hijo menor de la familia habla con la empleada doméstica de la casa para negar la paternidad del hijo que él mismo ha engendrado; el cura y la madre se refieren a la pureza de la niña de la casa considerándola incapaz de tener un mal pensamiento. Sin embargo ésta, furiosa, conversa con su novio sobre la imposibilidad que tiene de asistir a una fiesta porque espera un hijo y teme que se lo noten sus amigas, el novio le reclama por no haber usado las píldoras y le sugiere que se dé un viajecito por EU para librarse de ese problema; mientras tanto, el presidente Somoza en su discurso ofrece paz y Camilo se pregunta si su revolución no es solamente de boca. Por último, a pesar de la oferta del Presidente de un puesto magnífico, Camilo se marcha a la guerrilla abrazando a las clases sociales menos favorecidas representados por la empleada y el peón.

El texto resultaba más vivo y dinámico al momento de la interpretación de los actores, pues el “pie” dado por cada pareja o actor era el inicio de otra escena. La última palabra de uno de los actores se convertía en la primera de la siguiente escena, conjugando temáticas y contraponiendo a los personajes. De tal modo que la madre de familia le decía al cura: “Padre es que usted es….” y contestaba otro actor en otra escena: “arrastrado padre”.

En ella participaron Edwim Zablah que representaba al General Somoza, Mayra Santos hacía de la burguesita, Edgard “La Gata” Munguía era Camilo, Guillermo Mejía el hijo menor, Omar Cabezas el cura, Mario Bonilla el padre de familia, y los hermanos Pacheco dirigentes del CUUN que coordinaban la protesta junto a centenares de estudiantes que portaban carteles con las siguientes leyendas: “De cada 100 nicaragüenses, 60 no saben leer”, “Elefante blanco de 18 millones y Nicaragua sin escuelas”, “Tenemos teatro y no sabemos leer”.

Otros grupos y actores como José Areas jugaron un papel determinante montando Proceso y Ejecución de una Gallina, Vida pasión y muerte de un pueblo, Luz negra y otras escritas por él, actuando en un abarrotado auditorio 12. También Socorro Bonilla hacía un teatro que, para la época, sonaba muy fuerte, aunque más formal, pero fuerte en su contenido, como Final de Partida, de Samuel Beckett, y La Lección, de Ionesco.

LA REVOLUCIÓN

A Xiomara la sorprende junio del 79, un mes antes del triunfo de la revolución, la muerte de su “camarada” Hernaldo, una muerte violenta a manos de la Guardia al mando del Chele Aguilera, luego de detectar su casa de seguridad, en el Barrio San Carlos de León. Informado de que la Guardia llegaría, evacua a sus camaradas; regresa para ser sorprendido solo y desarmado, es torturado y muerto a balazos en el patio, su cuerpo es arrastrado por las calles.

Una de las mayores contradicciones de su vida las vivió con la nueva generación de teatristas en la revolución. Los nuevos valores revolucionarios la tildaban de “la teatrista tradicional”, igual que valoraron a Doña Socorro Bonilla con su Comedia Nacional y a Evelyn Martínez. Fue parte de esa ruptura entre la generación anterior a la revolución y la iniciática. Durante tres años no hizo teatro, quedó sin actuar. Por desconocimiento apartaron de un plumazo su teatro de agitación y propaganda, de compromiso social, igual al que estaba naciendo. Solamente se acordaron de su teatro formal. Su tabla de salvación vuelve a ser la UNAM, asumiendo junto a Gloria Rizo, como alumnas ayudantes, la cátedra de Expresión Oral, impartida por su maestra Socorro Bonilla antes del triunfo de la revolución. Era la oportunidad de incorporar el teatro y la poesía coral a su clase, haciendo pequeños montajes con los grupos de taller de teatro. Representaron Antígona en el infierno, de Rolando Stainer. En otro momento el profesor Fidel Coloma escribió una obra de teatro o sainete para los alumnos del taller de teatro, mientras él impartía Estudios Rubendarianos.

Fue proscrita del teatro en la revolución, a pesar de que había hecho un teatro contestatario, de crítica, de principios políticos e ideológicos, participado de un proceso y fenómeno tan importantes en la lucha contra la dictadura. Su reflexión: “Que la gente se mueva por el fanatismo. A veces no se les da la suficiente formación política para que el militante o simpatizante sea capaz de desarrollar la lucha de ideas, se le tiene miedo a la lucha ideológica y eso hace caer a las personas en posiciones radicales o extremistas, que lo que hacen es restar en lugar de sumar”.

Cae presa en tres ocasiones en 1979 durante la revolución, por la posición radical de su partido MAP PL, en el que incluyeron a los del Partido Comunista y el Partido Socialista, en una situación que ahora suena alucinante. La izquierda metiendo presos a los dirigentes de la ultra izquierda, acusados de anarquistas. Al final, lo toma como divertido, por las discusiones estériles que se formaban alrededor de las posiciones de cómo manejar la revolución. Eran contradicciones dentro de la izquierda, no las contradicciones entre la izquierda y la derecha, que son contradicciones de clase, aunque hubo mínimamente matices clasistas. La primera vez que cae presa durante la revolución le provocó un fuerte resentimiento. El recuerdo de haber arriesgado su vida en la lucha contra la dictadura para que ahora borraran todo, ¿cómo era posible? Además, presa junto a delincuentes comunes.

Independientemente de todo, buscó la actividad teatral, la organización, su vinculación. Se incorporó a la ASTC por su propia cuenta, sin ser llamada, simplemente ella era artista y tenía todo el derecho de llegar, aunque no fuese militante del FSLN.

SANTA JUANA DE AMERICA

En 1984, con Isabel Cristina Flores, doctora en Teatro de origen salvadoreña, se le presenta la oportunidad de trabajar como protagonista en Santa Juana de América. Una de las obras que más le ha cautivado. Interpreta a Juana Azurduy de Padilla, un personaje histórico basado en un hecho real, esposa de Manuel Ascencio Padilla, ambas figuras legendarias en la lucha por la independencia de América.

Juana, vigorosa y llena de ardores, era escéptica en cuanto a su posibilidad de encontrar un hombre a su medida, ya que éste debería ser no sólo bien parecido y físicamente fuerte, sino que también debía poseer una personalidad suficientemente sólida como para no ser avasallado por ella.

Xiomara, además, adaptó la obra a cuatro personajes y redujo los textos a lo esencial, un ejemplar que trajo Isabel Cristina de 120 páginas con 20 ó 23 personajes. Se presentó en los Auditorios 13 y 17 y en la Biblioteca de la UNAN. Esa escuela que le deja este trabajo le permite más adelante escribir otros guiones y adaptaciones como el Homenaje a Carlos Martínez Rivas (su poeta), Poeta en Nueva York, la adaptación de Antígona, El Palo de Mamón, Solo una vida tengo –guión para video— recomendado por el maestro Emilio Carballido, apoyada por Iván Argüello, El canto cuarto de la Eneida, presentado como resultado del taller con el maestro Emilio Carballido en 1988, en el que además participaron Iván Argüello, Ángela Saballos y Eda Contreras.

OBRAS y GRUPOS

Como miembro del grupo TALIA trabajó en Los Fusiles de la Madre Carrar, de Bertolt Brecht, y El Hombre de la Flor en la Boca, de Pirandello; hizo un personaje en La Casona de los balcones, de Carlos Maturana, bajo la dirección de Pepe Prego. En el montaje de La Verdadera Historia de Pedro Navaja, interpretó La Piola, conducida por Nelson Dorr. Actualmente es actriz del grupo de Teatro EKO, fundado por ella, Cristina Saballos y Salvador Espinoza. Con el montaje Que el diablo te acompañe, de Abelardo Estorino, dirigido por Nelson Dorr, viajó a Córdoba, Argentina en 1992.

Trabajó en Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, montaje que dirige Mario Pérez Calero en 1993, junto a grandes actores y actrices como Pilar Aguirre, Cristina Saballos, Otto de la Rocha, Miriam Hebé, Leandro Sánchez, Claudia Solórzano, Socorro Bonilla Castellón, entre otros. En Cantos de Cifar, junto a Carlos Mejía Godoy y Cantata a la Asunción, sobre textos de la Comisionada Aminta Granera y guión de Carlos Mejía Godoy, actuando al lado de Norma Helena Gadea.

Xiomara es Licenciada en Español, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Fue catedrática por varios años con la materia de Técnicas del Lenguaje Oral. Ha sido profesora de Historia del Teatro y Directora de la Escuela Nacional de Teatro. Actualmente es catedrática de la Universidad Centroamericana, UCA.

EN LA MADUREZ

Sin contradicciones y fiel a sus principios, fue fortaleciendo su visión y conceptos por el teatro que se ha hecho y por el que falta por hacer: “Un teatro de calidad. El Teatro de la revolución, así tenía que ser. Se puede creer que “pudo haber sido mejor”, el “pudo haber sido” no existe, es la realidad la que existe. Siempre hay que poner énfasis en la calidad, sea el teatro que fuere. El resultado tiene que tener calidad, con la conciencia de que se están haciendo bien las cosas. Fuera un teatro revolucionario de vanguardia o un teatro tradicional conservador, lo que fuera. En uno u otro lado, siempre la calidad. Ejemplo de ello es el Grupo Nixtayolero con Alan Bolt a la cabeza, con sus particulares trabajos de creación colectiva. ¿Qué contradicción podía haber si antes del triunfo de la revolución se hizo creación colectiva? Por ejemplo, Margarita Gutiérrez o la Dama del Sacuanjoche, creación colectiva del Teatro Experimental de Managua de Doña Gladys Ramírez de Espinosa con Alberto Icaza como dramaturgo. Asesinato Frustrado de Alberto Icaza puede tener características de creación colectiva, con Alberto de dramaturgo por supuesto, porque primero la montó y después la publicó, significa que del montaje se debe haber nutrido, ahí está el germen de la creación colectiva. En cualquier línea que desarrolle uno su teatro, tu obligación es la calidad del producto artístico, porque podés hacer a Shakespeare y hacerlo muy mal y lo mismo puede suceder en otra línea de acción del teatro. Sea cual fuere tu visión estética y política, la obligación es perseguir la calidad del producto artístico.

En una ocasión Socorro Bonilla presentó Resortijos para abrir ojos, una obra fuerte con un sentido revolucionario en plena dictadura, fue muy audaz al presentar esa obra, en ella trabajaba Iván Argüello, Erick Blandón y Gloria Rizo.

Su criterio en la actualidad es dinamizar la actividad teatral, hacer muchos esfuerzos para sacarlo adelante, puede que sea importante y que no hemos probado y es hacer la Compañía Nacional de Teatro, intentar desde las producciones artísticas, como se hizo en los años noventa con Rosita Breheim en el Teatro Nacional Rubén Darío, le dieron una continuidad a lo que aconteció en los años ochenta. Hay que mantener la regularidad de la actividad teatral, eso funcionó como una compañía por proyectos, Pedro navaja, Bodas de Sangre, El pájaro azul y ahora tenemos El Güegüence, un montaje que puede ser un proyecto piloto de lo que podría ser la Compañía Nacional de Teatro. Estamos en un momento de decaimiento. Algo que puede dar impulso también son los festivales y los certámenes de Dramaturgia, más investigación, promoción y giras a lo interno del país y Centroamérica, fortaleciendo la Escuela Nacional de Teatro, talleres de capacitación. Por eso veo un futuro en la Red de Profesionales del Teatro, una instancia que puede aglutinar a los teatristas alrededor de su única aspiración: Hacer teatro”.

Al final de estas líneas, pienso igual que Xiomara. Se puede soñar, se puede pensar, se puede aspirar, se puede pretender, se puede querer, se puede intentar. Hay que pasar del “puedo” al “hago”. Hay que pasar las escalas, hay que ir más allá, a lo inefable y lo indecible, para, de esa forma, volver a empezar, iniciar otro ciclo de vida, reencontrar las puertas del paraíso y empezar otra vez. Regresar a la condición primigenia de los primeros padres, abrir de nuevo las posibilidades para una nueva humanidad y digamos como Carlos Martínez Rivas:

…!Y qué bien mañana! Cuando nuestros corazones maduren: Cuando sobre este aire limpio, inaugurado, colocaremos otra vez la rama, la manzana, el pájaro y la estrella…

La Prensa Literaria

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