..este río de aguas revueltas
hacia el mar del olvido..
e adentróse hacia el Río
el Capitán Diego Machuca e Suazo e vio
que no era una laguna sino la Mar del Norte
porque corre y mengua..
Oviedo. Crónicas de la Conquista. Colección Somoza
A Don Diego Herrera y Sotomayor
lo enviaron desde Cartagena de Indias
al Castillo de la Inmaculada Concepción de María,
en los raudales del Rio San Juan,
el que une los Mares
de la Muy Noble Provincia de Nicaragua,
para servir de Alcaide Castellano,
Gobernador y Capitán General
de la sólida fortaleza
con el río de columna hacia el sur
y trajo consigo a su hija Rafaela, de nueve años.
No lucía a la niña vivir en el Castillo.
Todo contrastaba con su juventud.
Alabardas, cascos de hierro, lanzas, sables,
cajas de pólvora, azufre, arcabuces,
mosquetes y machetes,
zurrones de brea y grasa de animal
para iluminar las negras noches rodeadas,
por el concierto del rumor del río.
Pero correteaba la niña en la torre y veía
el cielo azul y blanco inmenso de Nicaragua
y desde las troneras con un esfumino de sarro
ponía la boca del cañón hacia
la columna chocolate del río,
que manso entra en la selva.
Y así pasaron los años y llegó a sus 19,
ya toda un joven mujer,
cartagenera venida a nicaragüense.
Pero llegó un día en que su padre,
el Alcaide y Castellano
Gobernador y Capitán General
Don Diego Herrera y Sotomayor murió,
y hubo caos y miedo en la guarnición
con el cadáver helado del jefe
en la Sala de Armas del Castillo,
cuando los bergantines enemigos
amanecieron anclados con sus velas al viento
como lenguas blancas de culebra.
entonces en sus ojos
se veían los rayos de fuego,
y fue donde mosqueteros y arcabuceros a gritarles..
sosegaos sosegaos
y organizó la defensa en el frente y en los flancos
y subió a las murallas y de nuevo puso sus ojos
en el cañón y con chispas de fulminante
y con el botafuego en su mano,
toda la tarde disparó y siguió disparando
los veintidós días que duró el asedio
balas redondas negras, de una, de cinco, de siete libras,
como pelotas de sapoyol nicaragüense,
y ordenó que embebieran de alcohol las sábanas
..i toda la ropa que tengáis i de
las mugeres hasta las crinolinas..
y sobre balsas las envió encendidas sobre el enemigo
para advertirles que de fuego estaba hecha.
Y zarparon de regreso los corsarios
y Doña Rafaela Herrera y Sotomayor,
hija de español y mulata,
nunca volvió a Cartagena de Indias.
Casó, hizo hogar en silenciosa pobreza,
El Rey le concedió una pensión,
..para hacer Merced a Usted
e viva con dignidad i sin oprobio..
y vivió sin honores, olvidada, rodeada de hijos y nietos,
que fueron después los Mora Herrera, de Granada.
y cuando le preguntaban que hacía la heroína
que detuvo en el raudal a los piratas contestaba que
aquí, trabajando en servidumbre y
criando estos puerquitos.
El Castillo, Río San Juan.
Abril 2004.