Dejame convidarte a una celebración especial.
Advierto que será con todas las de ley,
música, incienso, montañas y haces de luz.
Hora de inventarios y recuentos, ya verás.
Jamás olvidaré, sospecho que te ocurre igual,
a los divertidos aprendices en las artes del amor
descifrando el acertijo del qué hacer y cómo llegar.
Conquistadores natos del cariño y la pasión.
El primer brindis rociará tus pechos y un invento mío
hará cosquillas a la travesura y el buen humor.
El segundo, terco y brioso, cabalgará agresivo
manteniendo a raya todo asomo de circunspección.
Y así, muy aplicaditos apostando al cara o sol,
de buena gana escaparemos de planes y control
tercero, cuarto exorcismo de tensiones sin reloj.
Ni dudarlo, vinos y caricias huyen de la contabilidad
Luego, acurrucado en tu llanura, sorbo del alma,
el susurro final será mi extasiada y eterna gratitud.
Hijos, guiños, duelos, sueños y nuevamente el placer.
¡Gracias, muchacha, por darte entera y sin condición!
Brindo por vos, perfecta en la humana imperfección.
¿Suena exagerado? Lo siento, no admito discusión.
Alzo mi copa, dulce niña, y de hinojos grito para vos:
¡Son treinta y cinco años de honesta sociedad!
Managua, agosto de 2009