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Es un clamor que aclara

Con el pseudónimo: “Manuel Septiembre”, Luis Enrique Duarte, fue selecccionado por el CNE para publicar su libro Es un Clamor que Aclara, un poemario que se define a través de lo urbano y el amor como temas constantes La ciudad que habitas Esa ciudad te ha encerrado, puedo tocar la niebla en las avenidas de […]

Con el pseudónimo: “Manuel Septiembre”, Luis Enrique Duarte, fue selecccionado por el CNE para publicar su libro Es un Clamor que Aclara, un poemario que se define a través de lo urbano y el amor como temas constantes

La ciudad que habitas

Esa ciudad te ha encerrado,

puedo tocar la niebla en las avenidas de tu frente.

Vos sos esa ciudad.

Esta ciudad.

Todas las ciudades abandonadas

donde fueron construidos los refugios

en los que debían vivir los desterrados.

Esa ciudad está muy lejos,

como entre dos cejas y unos labios.

Mis labios.Vos sos todos los pueblos sacudidos

y los campos áridos del olvido.

Ahí puedes quedarte con todo

No te quedes ahí con mi destino,

tómame como a las uvas.

Las flores de la noche me inducen hacia ti,

pero hay tantos jardines desflorados

desde el rincón en que estoy abrazando la

nada.Sé fiel a mí desde otro cuerpo,

aunque otras manos desnuden tu rostro,

sin que tus besos se detengan a buscarme

tras el telón de una corta escena

en la que te detienes para hablarme.

Vive en mí como en un río,

sumergida en mi alma.

Amiga de las despedidas.

Estar aquí

Estar aquí.

Ruido de piezas de un juego incandescente,

descifrando las fichas de trágicos pasatiempos.

También duermen las estrellas dentro de este polvo,

hay buques trabados en el corazón de lastinieblas.

Con pesado mascar de hielose secan guitarras apagadas.

Hombres rubios se contagian de sol.

Aquí crecen los horarios.

Puerto sin muelle.

Hay poca sal en la boca de las piedras,

pero aquí eso no importa.

Huyen de mí los días

Huyen de mí los días,

las horas detenidas se quedan acompadecerme

y el tiempo se arrastra como serpiente

moribunda.

Un clima gris y sucio se anidaen el reloj incandescente.

Es media noche en la compacta esfera.

La tierra gira sísmica y profana

sobre el círculo abierto de mi pupila,

hay moho creciendo en el vértice de los siglos.

Meses se anidan bajo mis pasos

y pasan los diciembres afligidos.

En nombre de los días se inmolan loscrepúsculos,

el viento se hace el vehículo

que aleja los segundos.

La Prensa Literaria

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