El río limítrofe, los muros de
la vieja construcción medieval,
la torre y la iglesia, los recodos
y la sorprendente limpieza de los patios,
Dietmar Schonherr y Vivi Bach
dos artistas amantes de Granada
en su impecable humildad,
la comodidad sin la ostentación,
la amabilidad como costumbre,
la amistad como ofrenda.
La noche fría, lúgubre, el paisaje húmedo
de las calles del Tercer Hombre
y una agobiante prisa por
traspasar las puertas de la soledad.
Suiza, febrero 1989.
Estocolmo
Una mañana de mayo
apretando al calor entre los puños
contra el fondo de los bolsillos,
el paso rápido en cuesta abajo
ahuyentando el frío seco de
un día de penetrante filo,
alegremente despejado,
al borde del puente
me detuvo la curiosidad,
el asombro del paisaje urbano,
el agua que lucha bajo la plataforma,
incansablemente por seguir su curso,
se queda hecha cristal,
y un hilo superficial se escurre
por los bajos muros de las viejas
casas de techos puntiagudos.
Torné la mirada al fondo de la calle
ya se agita la muchedumbre que
en pequeños grupos festivos
colman una plaza del viejo Estocolmo.
Los suecos se arremolinan frente
a la tarima y ondean las banderas
con el puño y la flor, y cantan,
todo es fiesta con fervor pero
sin el agitado furor de los
Primero de Mayo en la plaza:
Plaza de la República,
Plaza de la Revolución,
Plaza Desplazada y con asta,
Plaza Nuevamente
¿Pero quién levantará las nuevas
banderas de la otra revolución?
Suecia, mayo 1994.