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Musa y paisaje, Mario Madrigal Arcia. LA PRENSA/Archivo.

Las leyes y los leguleyos

(A la luz del derecho todo es equilibrado) A la intemporalidad del Dr. Leonidas S. Mena S. Sentado en mecedora austriaca, traída especial desde país centro-europeo, hace pasar al visitante desde el pórtico a su oficina. Bluefields lluvioso esa tarde no contradice la costumbre. Los faroles abren luces dejando su resplandor subir a los tejados […]

  • (A la luz del derecho todo es equilibrado)

A la intemporalidad del Dr. Leonidas S. Mena S.

Sentado en mecedora austriaca, traída especial desde país centro-europeo, hace pasar al visitante desde el pórtico a su oficina. Bluefields lluvioso esa tarde no contradice la costumbre. Los faroles abren luces dejando su resplandor subir a los tejados como rasgos de gatos noctámbulos. El andén de cemento, para caminar cuando el crepúsculo comienza en la Bahía, se extiende hasta el parque. El sol golpea rostro del caminante que se dirige del parque Zelaya a la iglesia morava. Del Colón se han retirado los últimos muchachos que juegan básquet, la cancha luce cansada de recibir pelotazos. El visitante trae un mensaje escueto, directo. Como el vuelo que se desvió a San Carlos y el avión se estrelló en el Concepción. Todos quedaron negros, desbaratados, irreconocibles, algunos pocos identificados por detalles personales. El emisario, de pie, expresa: “El General Somoza G. le ofrece una senaduría, a cambio de que se calle. Que cambie de comportamiento”. Responde el interlocutor: “¡Dígale a su patrón que no tengo precio! Tengo mi profesión, mi esposa e hijos. Comemos lo que mi profesión me permite. No necesito su puesto, quédese con él”. Tiempo después estaba preso en una mazmorra de Bluefields y padeciendo de un ojo; a falta de curarse lo perdió por glaucoma. “Si con un ojo es capaz de escribir en mi contra, con dos ojos buenos, cuanto más”, dijo el tirano. Fundador del PLI, senador años más tarde, antes que le robaran las elecciones al Dr. Aguado. ¡Vieja costumbre, de chancho matrero en el mismo chiquero!

La decisión es almacenar todo. El decomiso de unos cuantos fajos de dólares. No alcanzan en saco, es necesario un baúl. El juez ordena custodia, el reo no requiere protección y cuido, es de confianza. Custodian bajo catorce llaves los realitos. Son seis cientos mil y tanto dólares que resolverían muchas limitaciones que tienen los dolientes tribunales de justicia. Ha muerto el hablador, el hechor sale de paseo al parque donde ejecutó su encargo. Todo dentro de la ley, velar por buena salud del recluso, puede resfriarse, llegar a pulmonía. Aunque diagnosticaron tuberculosis. Enorme responsabilidad la vida del preso. ¡El muerto al hoyo, el vivo al…! Los medios reclaman, los familiares del occiso reclaman, reclama la tierra que no quería al difunto tan pronto, reclama la vecina y el vecino del tremendo susto por los disparos, ahora padecen del corazón y no tienen seguros de vida. Todos piden justicia, todos reclaman. ¡Necios! Los dólares están guardados, solamente el bueno, el malo y el feo se quedaron en la película de Enzo Marriconi. ¡Se quedaron sin garganta por gritar que todos son unos malandrines hijos de la gran…!

La juez ordena inspección. Debe levantar la falda, revisar si hubo o no violación. Ella inerte sin poder defenderse por segunda vez. Aquí y allá, hasta el cansancio, en la desesperación soporta acusación y réplica. Todos tienen razón, el delito, el ultraje, marcas en el acusado, el cuerpo inmóvil de la occisa. Faltó poco para confundir declaraciones sobre la joven, hora, lugar, punto donde el éxtasis y la muerte se encontraron. Jueces deshonestos conciencia de máculas y seducciones. Ella era agraciada, coqueta por esa intermitente edad de eterna juventud. El acusado intenta mostrar, demostrar su inocencia. ¡Silencio inocente de jóvenes incautas, se derriten por un “chele”! Rostros y figuras de “Cosmopolita y Vanidades” engañan en escaparates. Nada se probó, salió libre como jonrón se fue, y se fue… frotando la lámpara oro de Aladino. Ahora exige remuneración por daños. Se demostró todo, quedaron al descubierto, quienes dicen imponer justicia. Los narcos libres, el polvo desaparecido, los sicarios por perdón, los dólares se esfumaron, nadie recuerda amnésicamente nada. Y por aburrimiento destituyen el juez. ¡Se le pasó la raya! ¿Será que el padrino cansó de inoperancias?

Permisos justificados, autorizados por el mismísimo ministro de recursos renovables. Trámite desde recepción, riguroso, exhaustivo, requisitos ambientales y de impacto garantizando cumplir todos los detalles de áreas sembradas y especificaciones técnicas del producto a cosecharse. Nada debe atrasar proceso de recorrido en tubería de solicitudes. La última firma estampada por titular de cartera. ¡No queda otra, cumplir la ley! Se siembra, aporca, bien limpia de maleza, la mata crezca desahogada. Necesario protegerla de elementos extraños. Pasan meses. Estalla bomba. En diarios titulares de ocho columnas, descubrimiento de enorme y extenso plantío de marihuana. Los dueños alegan está autorizado. En efecto, todo correctamente autorizado por el franco, flamante, omnipotente e imperial ministro. Nada que discutir, autorizó siembra de cien manzanas de cáñamo índico, para exportarlas al país del trébol. Defiende acciones olvidadas con malabarismos justificando su accionar. El plantío destruido y quemado. No hay evidencia. No hay causa, no hay proceso, nadie acusado tampoco ejecutado por sembrar “cannabis sativa”, se extrae el “hachís”, también tetrahidrocannabinol (THC), usado en farmacología, en aplicaciones para sida y cáncer. Negocios turbios, rostros limpios y enormes dividendos. El negocio sucio se limpia con autorizaciones, supervisión y complacencia de “marchantes” de saco y corbata, sinvergüenzuras de chicos plásticos a lo Borsalino. Leyes a la medida de los Capones del siglo XXI que siguen como en Chicago.

Cuando el ex presidente Calderón Guardia estuvo exiliado en Nicaragua, se instaló en la fresca y florida ciudad cafetalera dueña de la torre del Reloj. Con su honorable familia vivió en el prestigioso Hotel Majestic, rodeado de nuevos amigos, de infaltables e incondicionales ayudantes. Sobrio, elegante, digno huésped, se aproximó más al terruño a través del retoño, continuó y emuló sus pasos en la Suiza centroamericana. Gratos recuerdos de ilustres huéspedes, en caracterizada ciudad, hoy sombra del recuerdo. En cierta ocasión, no lo relató La Flecha, tampoco La Noticia, visitaba El Salvador en su capital, caminaba por calle lóbrega, triste en memoria y rica en su cotidiano vivir. Apacible cadencioso, sumido en pensamientos, un grito lo hizo estremecerse su momento: ¡Aquí va el chancho!, gritaba con voz sonora una mujer fornida, grande, decidida. Y el ex presidente continúa su caminar; nuevamente la mujer: ¡Aquí va el chancho! Los nervios, la inseguridad de sentirse señalado, acosado, desnudado. Aligera el paso, el grito lo siente más cerca, raudo entra en venta de abarrotes, así sentirse protegido, más seguro, reposado, pero la bendita mujer se detiene en la puerta, con serenidad y toda la fuerza de sus pulmones grita: ¡Aquí está el chancho! Sobre su cabeza gran pana enlosada, ofrecía carne de chancho. Todo se aclaró y la enorme acusación desapareció. No era él a quien señalaba. La mujer vendía, calle por calle, carne de chancho. ¡No hay cosa más complicada que sentirse chancho, algunos apostarían creerse y otros hacerse! ¡Chancho es chancho, en el pueblo se vende y compra lo inimaginable y lo realista! ¡Todo por un chancho…!

Se ha promulgado un decreto, proteger derechos en el horizonte del helicóptero donde aprendió a trasegar votos el gordo cara de…. chancho donde salieron los demonios para alojarse en otros miles de cuerpos que deambulaban por Galilea y Lago Tiberíades, cerca del Mar Muerto, pesada sus aguas llenas de mugre y sal.

Coda: Enorme esfuerzo reconocer que Ley de las Doce Tablas todavía tiene tribunos en hemiciclo del Pretorio. Hoy Plutarco no escribiría Vidas Paralelas y la pluma de Montalvo no se detendría jamás para señalar el anverso y reverso de todos los venerables orates.

La Prensa Literaria

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