Se bajó del taxi rojo en la cantina de la esquina rota, Vestia de negro; con el pelo azabache como la noche que vislumbraba ánimos en pena. Entró al bar. Se sentó en una mesita roja de plástico, pidió una botella de ron y bebió solo. En la mesa del lado derecho vio sentado a un hombre desprovisto de lujos y de adornos. Vestía con harapos, mantenía sin embargo un aire de nobleza, bebía de una botella plástica de licor barato. Notó que era bello. El joven de cabello rubio y desordenado como sus movimientos. El muchacho le sonrió y lo saludó con la copa en la mano, él le contestó con el vaso y pasó un trago. El loco nuevamente lo saludó y bebió de la botella semivacía. El joven de negro sonrió; escucho la música de Alejandro Fernández y se secó una lágrima que caía de sus ojos grises. Vio como el olvidado de Dios caminó hacia él, le permitió sentarse y le dijo
-Salud
-A usted amigo- respondió el loco
– ¿Qué pena le embarga?
-No nada; un verso
-¿Es usted poeta?
– Si, uno muy pobre
– Como yo, un andariego.
– A su salud
Bebieron y el bar. Vacío se quedo en silencio. El poeta y el loco, se miraron detenidamente como un lamento.
le gusta Darío le preguntó el loco
Sí pero prefiero a Cardenal, respondió el poeta
Bebamos por ellos ¡Exclamó el andrajoso!
Tenés unos ojos lindos, pero tristes ¡le dijo el poeta!
Nací triste y solitario
Yo también, dijo el joven vestido de negro
¿Y ahora que sos?
Soy un loco
Como yo
Vos sos un poeta; perteneces al mundo; yo no, no tengo ni oficio, ni casa, ni mujer
¿De que vivís?
De lo que me dan
Estás más allá del bien y del mal.
Si, como Nietzche
¿Lo conoces?
Sí, he leído mucho
Extraño
Soy loco, no tonto, dijo el desaliñado joven y sonrió
Vieron los dos y bebieron con sed
Me gustan tus ojos dijo el loco
Tus ojos hablan de noche sin fin respondió el poeta
A veces quisiera compartir una noche con alguien.
A mí también, dijo dulcemente el joven de negro.
Siento que estamos unidos irremediablemente dijo el vago; borracho
¡Me gustas!
Los dos volvieron al silencio mientras el cantinero ponía una canción de Hernaldo; y bebieron hasta vaciar las botellas
¿Te acompaño esta noche?
¡Si me das un beso!
Se besaron lentamente; con ansias de luz y no notaron las risas del barman.
¡Vamos hacia el sol en admiración! dijo el loco
Vamos exclamó el poeta.
Salieron a la noche tomados de la mano. Se subieron al taxi rojo llenos de asombro y de amor.
¿Dónde los llevó? preguntó el chofer
Al motel dijeron, y se vieron y se besaron con pasión
El taxi se alejó con el semáforo en verde.