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LA PRENSA/Cortesía.

El universo particular y cotidiano

Sobre el nuevo poemario de Carlos Tünnermann Bernheim Uno de los signos de la crisis de la civilización occidental es la ostensible y evidente pérdida de valores éticos, humanísticos y trascendentes. La mercantilización y la codificación de las relaciones humanas (incluso las íntimas) en clave de poder, ha posibilitado la gradual pérdida del más extraordinario […]

  • Sobre el nuevo poemario de Carlos Tünnermann Bernheim

Uno de los signos de la crisis de la civilización occidental es la ostensible y evidente pérdida de valores éticos, humanísticos y trascendentes. La mercantilización y la codificación de las relaciones humanas (incluso las íntimas) en clave de poder, ha posibilitado la gradual pérdida del más extraordinario valor de nuestra cultura, el amor. En relación inversamente proporcional a la inflación sufrida por muchos signos monetarios, el valor amor ha ido deflacionándose hasta perder su poder adquisitivo. El jardín del amor se ha reducido a unas cuantas maceteras, cultivadas y regadas, por minorías dentro de minorías de artistas, religiosos y micro comunidades contestarias perdidas en los bosques de Walden

El humanista Carlos Tünnermann Bernheim, coloca los ladrillos de cristal de sus versos claros y abriendo la intimidad de sus sentimientos nos hace una invitación pertinente a la crisis de nuestro tiempo: Para Construir el Amor.

A Tünnermann lo conocemos más por su extraordinaria contribución al pensamiento pedagógico universal, por su producción ensayística sobre la identidad cultural nacional y latinoamericana o por sus iluminadoras lecturas críticas de la poesía nuestra. Pero, hijo de Darío al fin, tiene que salir verseado. De allí también que lo conozcamos como un poeta pudoroso que cautelosamente ha ido compartiendo su palabra en los semanarios culturales.

“Para Construir el Amor”, es un breve poemario, bellamente ilustrado en su portada y contraportada por Rosa Carlota Tünnermann y cuidadosamente editado por Francisco Arellano Oviedo. El texto se divide en ocho secciones: “Para Construir el Amor” (11 poemas); “Poemas para Recordarte” (17 poemas); “Nocturnos” (6 poemas); “Cuando Amaneces Propenso a la Filosofía” (6 poemas); “Epigramas” (4 poemas); “Vida-muerte” (5 poemas); “Despedida” (1 poema); y “Destino y esperanza de la Tierra” (1 poema dividido en cinco partes).

Es la de Tünnermann una poesía construida en el universo particular y cotidiano de la pareja amorosa, al ritmo vital de una de cal y otra de arena: “De un extremo a otro del día/ de una punta a otra de la noche/ -tú una de cal; yo otra de arena-/ armamos este amor sin adjetivos/ sin otra argamasa/ que su propia sustancia…/”

Así como arma su amor, Tünnermann construye su poesía con pulcritud y transparencia juanramoniana, evitando la adjetivación excesiva, yendo a la sustancia, a la transparencia de imágenes poéticas producto de un equilibrio entre un sentimiento (interior) y una circunstancia (exterior).

Asombra la capacidad poética de Tünnermann para recrear el amor en una pareja que ha resistido los avatares de la vida y ha padecido la agresión del tiempo: “Ahora, amor mío,/ que juntos hemos caminado/ la mitad de nuestras vidas/ ¡Cómo amo a la niña y a la joven/ que descubro siempre en tu mirada!/”.

En esta poesía de Tünnermann se crea una atmósfera de ternura y un sentimiento de nostalgia particulares, por la ausencia temporal de la persona amada: “Tu ausencia, amor mío,/ es noche cerrada/ sin estrellas,/ cielo huérfano de luna/ sin promesa de amanecer./ ¡Y todavía me preguntan/ por qué tengo ojeras en el alma!/”.

En la sección del poemario “Para Construir el Amor” de Carlos Tünnermann Bernheim, titulada “Cuando Amaneces Propenso a la Filosofía”, encontramos la fe y el sentimiento cristiano del autor, que le confiere al amor un sentido de trascendencia, humildad y universalidad.

En esta sección hay un poema que bien se podría adicionar al leitmotiv de la rosa trabajada por Coleridge y Borges, y que no resisto copiarlo a guisa de invitación a la lectura de este poemario: “Sería bello/ acudir al encuentro definitivo/ -desprovisto ya de cuerpo/ íngrima y desnuda el alma-/ sin otro equipaje/ que una rosa de amor/ entre las manos./”.

La Prensa Literaria

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