Por tus quince años suspira
el corazón de Masaya
y por ti este canto ensaya
la cuerda azul de mi lira.
Dile al Amor, no te vayas,
dile al Amor, no te vengas,
para que Amor siempre tengas
prisionero en tus murallas.
Pon tus manos extendidas
morenas manos morenas
para que queden las penas
en tus manos consumidas.
Aromas de la pradera
aroman tu roja boca,
tu roja boca que evoca
un clavel en primavera.
Canela tu piel morena,
canela piel de canela,
olorosa piel gemela
de una azucena morena.
De negra luna tus ojos,
alumbran más que la luna.
La luna que solo es una,
tus ojos que son dos ojos.
Tus ojos, negros de negro,
tu negro pelo de hiedra,
tu corazón no es de piedra,
ni es tampoco el mío negro.
Martha Ligia: fino tul
pon a tu rostro delante,
por que un día lo levante
tu bello Príncipe Azul.
El poeta Carlos Martínez Rivas, reconoce la trascendencia del texto Poemas para Doña Julia, como un libro de buen amor por su esencia poética. Al final de su critica dice: Yo no he querido irme del reino de mi infierno sin dar el fiel testimonio de la feliz lectura de este singular y plural poema: Poemas para Doña Julia .
Himno de doña Julia para don José
¿Por qué hube de ser yo la escogida,
entre todas, del esposo mejor? ¿Por
qué la sola exenta del resquemor
de los celos? La bujía prendida
en espera del tardado tardor
que tarda. Conturbada. Dividida
la mente entre el amor y el desamor;
lo que ha sido, será y es vuestra vida,
pobres casadas. ¡Pero no la mía!
No conocí la torpe excusa tras la espera,
con el rouge extraño en el cuello. Mía
para mí su risa de hombre triste y profundo.
Mi Don José como dijo Rubén Darío que era
Charles de Soussens: el hombre más bueno del mundo.
Carlos Martínez Rivas
Domingo de Gloria 26 de marzo de 1989