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LA PRENSA/Archivo.

Bluefields

I Desde aquí diviso el rojo, amarillo, azul, verde, de paredes y ventanas. El gris de la bahía. Negras alegres con turbantes coquetos completan el juego de luces y colores. Más rojo que el rojo de sus casas el rojo encendido el verde tierno y el amarillo oro de sus telas. Los rayos del sol […]

I

Desde aquí diviso

el rojo, amarillo,

azul, verde,

de paredes y ventanas.

El gris de la bahía.

Negras alegres

con turbantes coquetos

completan el juego

de luces y colores.

Más rojo que el rojo

de sus casas

el rojo encendido

el verde tierno

y el amarillo oro

de sus telas.

Los rayos del sol

bañan el gris de la bahía.

II

Sentado en el segundo piso

del Hotel Caribbean Dream

te veo sonriente.

Negros tus ojos

blancas tus carnes

rojos tus labios

tu blusa celeste

y el pantalón azul.

En la oscurana busco

el centro de mis delirios.

Nada se interpone.

El encuentro deseado.

Dos cuerpos frotándose

agitados, palpitantes.

Dos corazones sangrantes

en la noche perdidos.

III

La lluvia no cesa.

Fue en el mes de marzo

de un año lejano

cuando en Bluefields llovía

todos los meses del año.

El olor a pescado,

el rumor de la bahía.

Las luces se encendían

y apagaban en la cercanía del mar.

Desde esta orilla del mundo

desafiamos prejuicios,

maldiciones y rencores.

No me importó

hundir mi barca,

recayendo otra vez

en el dulce pecado.

¡Estrella del Oriente!

Una luz prodigiosa

iluminó nuestra suerte

más allá del gris de la bahía.

La Prensa Literaria

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