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El ídolo

A Alexis Arguello, tricampeon del mundo ¡Viva Alexis! ¡Viva Alexis! ¡Viva el Campeón! ¡Viva Alexis! ¡Alexis! ¡Alexis! ¡Alexis! Viva… Murmuraba la gente frente a televisores de mercados, de casas, en circuitos de plazas, cuando el púgil furioso derrotaba al contrario, dentro del cuadrilátero de distintos países. ¡Eran días de euforia, desbordante alegría, del sabor que […]

A Alexis Arguello, tricampeon del mundo

¡Viva Alexis!

¡Viva Alexis!

¡Viva el Campeón!

¡Viva Alexis!

¡Alexis! ¡Alexis! ¡Alexis! Viva…

Murmuraba la gente frente a televisores

de mercados, de casas, en circuitos de plazas,

cuando el púgil furioso derrotaba al contrario,

dentro del cuadrilátero de distintos países.

¡Eran días de euforia, desbordante alegría,

del sabor que dejaban las soñadas victorias!

Ya en el ring el “fenómeno” se transforma en la fiera,

Y al zig-zag agresivo del vaivén de sus piernas,

remolino de golpes va soltando de pronto:

Un coctel de oper couts, o el yab vigoroso

de la férrea pegada de su célebre “chueca”,

o la “bala explosiva” de su mano derecha.

En tres duelos titánicos de tres noches con fechas:

Fue primero Olivares, fue después Escalera,

finalmente en olímpico desafío de estrellas,

al caer abatido el famoso Jim Watt;

“Tricampeón en el Mundo” voló en alas ligeras,

y el “Salón de la Fama” le dio un sitio a su estampa.

En el mundo boxístico rudo, cruel y sangriento,

los ídolos se forjan desplegando su fama;

con cruentos sacrificios, con férrea disciplina,

destellos de victorias, espectros de alegría;

de luchas embriagantes frente a las multitudes,

que en sus mentes anidan su “boxeomanía”

“Caballero del ring”, con valor y carisma,

coronaste con gloria nuestra Patria pequeña.

En Japón y en México, Panamá y Puerto Rico,

en Italia y Miami, Nueva York y las Vegas,

conocieron tu estilo esgrimiendo tu magia;

definiendo la casta de tu estampa genuina.

En el “último round” de ese ring sin retorno,

el destino que acecha alevoso cada esquina;

eclipsó tu carisma, tu humildad y tu sueños,

la presión de tu cargo con su alevosía,

tus proyectos inéditos y tu alegre sonrisa.

Te fue fiel tu pueblo hasta en postrimerías,

caminando ceñido al compás de tu féretro,

y en medio de los negros crespones de elegía,

y lúgubres efluvios de lamentos sin nombre;

se derramaban perlas de enrojecidos ojos,

y deshojaban rosas de gran melancolía.

En la inmortal portada del libro de tu Patria,

sellado esta tu nombre, tu estigma con tu fama.

¡Peleador de tu pueblo! ¡Señor del cuadrilátero!.

Serás eterno ejemplo de nuestras juventudes,

que soñarán un día, igual que tú lo hiciste,

en remontarse en vuelo al Sol de la Victoria.

¡Viva Alexis!

¡Viva Alexis!

¡Viva el Tricampeón Mundial!

¡Viva Alexis!

¡Alexis! ¡Alexis! ¡Alexis! Viva…

La Prensa Literaria

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