Por Andrea Rullán/ EFE
No todo ha sido esplendor en la familia de los Kennedy. Desde mediados del siglo pasado esta dinastía política estadounidense empezó a ser víctima de accidentes de tráfico, suicidios, adicciones, vicios y asesinatos políticos. El inicio de esta “maldición” se ubica en 1944, cuando Joseph P. Kennedy Jr., hijo mayor del controvertido embajador Joseph P. Kennedy, falleció en un accidente aéreo en una misión durante la Segunda Guerra Mundial.
Moría así el que había sido designado por el patriarca como futuro presidente de los Estados Unidos. El acercamiento al régimen nazi de Joseph P. Kennedy, “Joe”, le había costado su cargo como senador y su carrera política había acabado, así que dedicó todos sus esfuerzos a impulsar la carrera de sus hijos.
De este modo, “Joe” invertiría toda su fortuna e influencia para convertir a su hijo John Fitzgerald Kennedy (JFK) en el primer presidente católico del país. Una ambición paterna insaciable que, para muchos, propició el dramático destino de este clan.
Pero antes de que JFK llegara a la Casa Blanca, la familia tuvo también que despedirse de otra hija de “Joe”, Kathleen Kennedy, que había enviudado cuatro meses después de contraer matrimonio con el marqués de Hartington, y perecía en mayo de 1948 en otro accidente de avión, mientras sobrevolaba Francia con su amante.
Asesinato
JFK llegó a la Casa Blanca en 1961 junto a su esposa Jacqueline y sus dos hijos para consolidarse como una idílica familia de cara a la opinión pública. Sin embargo, detrás de esta fastuosa máscara, el matrimonio padeció momentos trágicos. Antes de llegar a la Presidencia, su esposa Jacqueline había sufrido un aborto natural y su primera hija nació muerta.
Además, su tercer hijo, John F. Kennedy Jr., falleció en un accidente de avión en 1999, mientras que su cuarto hijo, Patrick Bouvier Kennedy, murió dos días después de su nacimiento en 1963. Al día de hoy, únicamente su hija Caroline sigue con vida y acaba de jurar su cargo como embajadora de Japón.
El 22 de noviembre de 1963, John F. Kennedy murió asesinado de varios disparos, mientras desfilaba en un descapotable abierto, junto a su mujer, en Dallas, Texas. Su atacante, Lee Harvey Oswald, fue misteriosamente asesinado dos días más tarde.
“La maldición”
El 19 de junio de 1964, Edward Moore “Ted” Kennedy, hermano del presidente JFK, sobrevivió a un accidente aéreo. Salió ileso, pero este suceso provocó que numerosas personas comenzaran a hablar de “la maldición de los Kennedy”.
Cinco años más tarde, el coche de Ted se volcó y cayó por un puente y, pese a que pudo salir del vehículo, no rescató a la persona que lo acompañaba, su secretaria, quien falleció ahogada, mientras él huía. Sus aspiraciones políticas fueron enterradas aquel día.
Otra de las muertes violentas que este clan sufrió fue la de Robert “Bobby” Kennedy, también hermano de JFK, a quien el palestino Sirhan Bishara Sirhan disparó en Los Ángeles (California) el 5 de junio de 1968, momentos después de que pronunciara un discurso triunfal, tras ganar las elecciones primarias demócratas en California.
Herederos
La famosa “maldición” también alcanzó a los descendientes. El hijo de Robert Kennedy, David Kennedy, falleció por una sobredosis en un hotel de Florida en 1984. Y otro de sus descendientes, Michael, falleció el día de Nochevieja de 1997, mientras esquiaba en las Montañas Rocosas del Colorado.
También muchas personas que han compartido momentos con algunos miembros de esta familia han sido víctimas de la “maldición”. El caso más sonado es el de la actriz Marilyn Monroe, cuya muerte está envuelta en misterio debido a la relación que mantuvo con los hermanos Robert y John F. Kennedy.
Sin embargo, parece que la familia ha superado las desgracias a las que le ataba el destino, y la cuarta generación disfruta de una vida serena y libre de maldición alguna, de momento.
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