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Quítate tú para ponerme yo

Valentín Barahona Mejía

El análisis de la realidad nicaragüense es pletórico en infortunios, tal como caer una y otra vez en el círculo vicioso de confrontación-paz-confrontación.

Después de cierto periodo de paz, viene la ineluctable ruptura de la institucionalidad, la demolición de los cimientos económicos y políticos de la sociedad, para luego iniciar el proceso de reconstrucción nacional, por esa causa llevamos acuesta la cruz del atraso y el subdesarrollo económico.

Aún no hay conciencia colectiva de las causas de todas nuestras desgracias. Algunos sostienen que el problema en Nicaragua estriba en el individuo, aseveran que la falla se halla en la actitud del político, este es quien viola el ordenamiento jurídico, se concluye que la nación tiene muy buenas leyes y buena Constitución Política. De acuerdo con este punto de vista, si se tuvieran líderes honestos y honrados, no se tendrían conflictos de corrupción, porque el gobernante, sea quien sea, se ajustaría libre y espontáneamente a lo que manda la ley fundamental de la república.

Mas la realidad es lo contrario.

El presidente de la República, ministros y funcionarios públicos, no son impolutos, llenos de virtudes y valores ajenos a la concupiscencia, cuando en verdad el político como hombre está plagado de ambiciones personales, aspiran al poder no para servir, sino para servirse de él, es ególatra, le agradan las pleitesías y el culto que recibe por ostentar el poder, saborea las delicias de dictar órdenes, las cuales serán respetadas y acatadas. En su fuero interno teme que llegará el día en que tendrá que dejar el poder para cederlo a otro. Ante esa terrible posibilidad comienza a maquinar y a conspirar contra la ley y el ordenamiento jurídico.

Nuestro ordenamiento jurídico, formulado en diferentes épocas, no ha tenido las herramientas y los candados suficientes para abortar las ambiciones desmedidas de poder.

El político aspira a mantenerse en el poder en forma indefinida, todos los esfuerzos fueron fútiles, no funcionó la cháchara y pregonada independencia de poderes, el congreso no juega el rol de primer poder del Estado, el poder judicial ha sido un apéndice del poder ejecutivo, el poder electoral cumple orientaciones del gobernante, se pisotea una y otra vez la Carta Magna, cuando se llega a esa situación, es cuando surge la idea de la rebelión y, por ende, la confrontación, como único mecanismo para sacar por la fuerza a quien se aferra al poder en forma ilegal.

Esa ha sido nuestra historia, sin que se haya reflexionado de cómo revertir el pasado, que permita cambiar el legado nefasto de anteriores generaciones.

La típica conducta de la clase política criolla ha sido siempre el quítate tú para ponerme yo; es decir, moros y cristianos juegan el mismo juego, lo único que cambian son los personajes: ayer fue el dictador Somoza, este controlaba todo el poder; luego llegaron los sandinistas y también controlaron todo el Estado. Después vino el gobierno de la UNO.

Doña Violeta se opuso a que modificaran la Constitución de 1987, por tanto, a las reformas de 1995, mantuvieron incólumes los privilegios y las prerrogativas de la clase política, no hubo controles específicos ni un procedimiento claro para sancionar políticamente al presidente de la República, diputados y resto de funcionarios de los poderes de Estado. El arca se dejó abierta para que el justo peque.

Ahora, Ortega impulsa reformas constitucionales para consolidar su poder personal, mas la oposición no presenta ninguna otra alternativa, su único alegato es que se mantenga inalterable las reformas de 1995. Entonces, el juego es el mismo: quítate tú para ponerme yo, es decir repetir el círculo vicioso en el que el pueblo ha estado históricamente prisionero.

El autor es abogado y notario.

Opinión análisis archivo

COMENTARIOS

  1. ESPARTACO
    Hace 11 años

    Definitivamente para poder contrarrestar la avalancha de imposiciones que van contra toda norma jurídica del esquema u organigrama de como funcionan las leyes e instituciones de la actual constitución, se necesita PRESENTAR UN PROYECTO DE NACIÓN, el cual, la mal llamada oposición no cuenta, ni elabora esa propuesta que sea del agrado y beneplácito de la mayoría del pueblo nicaragüense, para de esa manera detener al cuasi Dictador Ortega, quien está demoliendo la actual constitución.

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