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Piel bien protegida

Usar protector solar en manos y rostro hace mucho por su salud Los dermatólogos insisten hoy en la importancia de aumentar las medidas de protección solar mediante la aplicación diaria de cremas en las zonas más expuestas: manos y cara. Hay medidas especialmente indicadas en las personas de piel fotosensible (rubios y pelirrojos) y en […]

  • Usar protector solar en manos y rostro hace mucho por su salud

Los dermatólogos insisten hoy en la importancia de aumentar las medidas de protección solar mediante la aplicación diaria de cremas en las zonas más expuestas: manos y cara.

Hay medidas especialmente indicadas en las personas de piel fotosensible (rubios y pelirrojos) y en los niños por su delicada piel. “La principal medida de protección —recuerda Aurora Guerra— es evitar el sol caminando por la sombra, algo sencillo que normalmente olvidamos”.

Piénsese que una exposición continuada al sol puede provocar manchas en la piel, lesiones oculares, quemaduras, erupciones, melanoma y, en los casos más extremos, cáncer de piel.

Además, la irradiación solar se acumula: el ADN humano posee “memoria” y no olvida las horas de sol a las que nos hemos sometido desde la infancia por lo que el problema de salud puede surgir en la edad adulta. Entre los cánceres de piel actuales, el 80 por ciento está relacionado con el sol y las personas que sufrieron quemaduras por esa causa en la infancia tienen mayor riesgo de padecer melanoma en el futuro.

Pero sin llegar a sufrir problemas tan serios, tomar el sol en exceso y sin las debidas precauciones provoca un prematuro envejecimiento de la piel conocido como “fotoenvejecimiento”, cuya incidencia es mayor cada día.

El fotoenvejecimiento es independiente de la edad y el sexo aunque las que más acuden al dermatólogo por ese motivo son las mujeres de mediana edad que abusaron del sol durante su adolescencia y que ahora se enfrentan un rostro prematuramente envejecido, reseco y arrugado.

Pues bien, entre los tratamientos que se ofrecen para paliar esos efectos antiestéticos, los más efectivos son las técnicas con láser y los peeling químicos profundos pero todos ellos son agresivos y el paciente deberá soportar durante varios días que su piel se vea enrojecida e hinchada. Y no podrá, bajo ningún concepto, exponerla al sol.

Prevenir es sencillo

En suma, es fundamental no exponerse al sol sin utilizar un factor de protección 15 ó 20 aun cuando algunos apuestan por elevarlo, incluso, hasta el 35. No obstante, recuerde que el fotoprotector sirve únicamente para prevenir y no para permitirnos estar más tiempo al sol.

La crema ha de aplicarse con generosidad media hora antes, teniendo la piel seca y extendiéndola por todo el cuerpo con especial atención a zonas como el empeine, las orejas o las calvas que suelen ser las que primero se queman. Siendo recomendable aplicarla cada dos horas. Y si piensa que eso es un engorro tal vez le estimule saber que el uso de protectores solares con factor superior a 15 reduce el riesgo de cáncer en un 78 por ciento.

Pero, sobre todo, evite la exposición durante las horas centrales del día (de las 12:00 m. a las 4:00 p.m.) y controle el tiempo que permanece bajo el sol. No se le ocurra comenzar con exposiciones de más de 10 minutos el primer día aunque luego vaya aumentándolas progresivamente hasta un máximo de dos horas.

Tras una jornada de playa es recomendable que proporcione a su cuerpo algunos cuidados especiales. Comenzando por una ducha de agua tibia o fría que apague la sed de la piel para aplicar después una capa generosa de crema hidratante o after-sun, rica en sustancias calmantes y refrescantes. Luego, si nota su piel aún seca o estirada, aplíquese tras la ducha, con la piel todavía mojada, una capa de aceite corporal.

NIÑOS: CUIDADOS ESPECIALES

Con los niños las medidas preventivas deben ser aún más rigurosas.

Entre un dos y un cinco por ciento de los infantes que toman el sol en la playa durante el verano sufre quemaduras de segundo grado que pueden ir acompañadas de fiebre, náuseas, eritema generalizado e insomnio.

Es importante que los niños menores de seis meses no tomen el sol de forma directa y en caso de ir a la playa, permanezcan poco tiempo y protegidos en todo momento por una crema de alta protección, sombrero, bajo una sombrilla y con la cabeza humedecida (pero no por agua de mar).

Niños mayores de seis meses, que sean rubios y muy blancos, deben protegerse más siendo recomendable un factor de protección de 20 ó 30, cubrirse la cabeza con un sombrero de alas y no ponerse demasiado cerca de las olas porque el reflejo del sol aumenta la posibilidad de insolación.

Fuente: Discovery Salud  

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