Antes que nada, algunos datos: los hombres casados viven más que sus contrapartes solteros. Las mujeres solteras viven más que las mujeres casadas. De esto podemos deducir que, por alguna razón, el matrimonio es beneficioso para los hombres, pero perjudicial para las mujeres. ¿Pero qué hace esta diferencia?
Según los sociólogos, es el matrimonio en sí mismo. Las uniones matrimoniales son en términos prácticos y emocionales más beneficiosos para hombres que para mujeres. Incluso en matrimonios donde hombres y mujeres comparten las responsabilidades económicas y del hogar, las mujeres cargan con el cuidado emocional de la pareja y de la familia, es decir que las mujeres son las que cuidan de la familia extendida, de los amigos; son las que van a las reuniones de padres de familia, aunque no vayan, son las que están pendientes de que alguien vaya, de cuándo es y a qué hora, etc.; se involucran en las actividades escolares, de la Iglesia y de la comunidad en forma desproporcionada, en comparación con sus parejas. Adicionalmente, las esposas planean, organizan y estructuran la vida de toda la familia.
Es agotador ser la que siempre está pendiente de la temperatura emocional de una relación y la que mantiene los lazos familiares y comunales funcionando. Adicionalmente, este tipo de trabajo pasa inadvertido o es subvalorado, lo cual puede llevar a la insatisfacción marital. Para muestra, más datos:
Las mujeres son menos felices en sus matrimonios que los hombres.
Las mujeres son más tendentes a ver problemas en sus matrimonios que los hombres.
Las mujeres son las que, en la mayoría de los casos (2 de cada 3), presentan las demandas de divorcio.
Y entonces, ¿qué hacer? Los estudios indican que cuando los esposos toman más responsabilidad sobre el trabajo emocional, más allá de las labores domésticas y el cuidado de los niños, sus esposas son más felices e incluso saludables.
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