Toda mamá en alguna ocasión se ha sentido frustrada porque sus hijos no le obedecen, por lo que recurre a los gritos para que los niños cedan de forma inmediata. Sin embargo, se sabe que este llamado de atención es un tipo de violencia, que en lugar de enseñarles disciplina, termina por dañarles el autoestima.
Karla Angulo, psicóloga, considera que los padres de familia deberían tener más autocontrol antes de levantar la voz, ya que gritándole a los niños se les deja una huella psicológica irreversible que no se borra luego con un beso y un abrazo.
“Los gritos son una forma de maltrato verbal y violencia psicológica, por más que luego les pidamos perdón y les demostremos cariño, el daño ya está hecho y nada puede remediarlo”, asegura Angulo.
“Los efectos se manifiestan en discusiones con compañeros de la escuela, dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, peleas en el colegio, síntomas de tristeza repentina y depresión”, expresa la especialista.
Estos problemas suelen empeorar cuando a los gritos se le suman insultos como: sos un inútil, un vago, un haragán, etc., y el niño termina creyendo que es así.
Además, crecen con un patrón donde los gritos son el plato del día en su hogar les hace inseguros, retraídos y aprenden que es la única manera de hacerse valer, si quieren someter a otras personas.
“Aunque no parezca, dejan secuelas emocionales y cuando crecen aplican la norma equivocada de que el que grita más, es el más fuerte”, asegura Angulo.
Comunícate sin elevar la voz
Evitar los gritos es posible pero en ocasiones no es tan fácil, cuando se ha sido educado en una casa con violencia o cuando los niveles de paciencia tambalean por el cansancio del día.
Para los momentos en que sientes perder el control, la psicóloga exhorta a que primero reconozcas la ira para poder frenarla y luego te permitas descargarla de otra forma.
De igual manera, es necesario que los adultos se pongan en el lugar de los niños y le den importancia a sus sentimientos, esto permitirá que se comprendan los motivos detrás de aquellas conductas que son reprobables.
En lugar de regañarle diciendo que es un holgazán, se debe cuestionar qué le ocurre, por qué en diversas ocasiones tiene dificultades con alguna área de estudios, y si necesita ayuda de sus padres.
Educa con calma
Los gritos son una manera de agresión que daña a quienes los reciben y provoca que se sientan inseguros y acobardados.
Se puede educar a los hijos de otra forma, una que sea más sana y que no afecte su autoestima.
Debe recordarse que están en una etapa de la vida en la que construyen su personalidad y que cualquier tipo de violencia influirá en ellos.
Elige castigos que puedas sostener con facilidad en el tiempo; es mejor decirles que no verán televisión por tres días o no dejarlos salir con sus compañeros de clases por una semana.
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