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¿Quién soy yo para ti?

Sábado a sábado, en vísperas del día del Señor, a través de esta sección de LA PRENSA, nos acercamos a la reflexión de la Palabra de Dios, ella ilumina la vida. En esta ocasión, Marcos 8, 27-35, nos presenta a Jesucristo camino a Jerusalén

Sábado a sábado, en vísperas del día del Señor, a través de esta sección de LA PRENSA, nos acercamos a la reflexión de la Palabra de Dios, ella ilumina la vida. En esta ocasión, Marcos 8, 27-35, nos presenta a Jesucristo camino a Jerusalén, hace un alto en el proceso de formación de sus discípulos y les formula dos preguntas: ¿Qué dice la gente que soy yo? y ¿ustedes quién dicen soy yo? Estas preguntas hoy son dirigidas a nosotros. No son interrogantes por las que Él quiere saber de sí mismo, sino que son preguntas existenciales para ti y para mí.

La primera pregunta es relativamente cómoda, siempre nos es fácil responder por otros. Decir lo que otros piensan de Jesús no provoca tensión interior, es fácil cuando esta no afecta la propia vida.

La segunda pregunta: ¿Ustedes quién dicen que soy yo?, lo que equivale a preguntar: ¿Para ti quién soy yo? Esta sí busca confrontarnos con nosotros mismos y llevarnos a sincerarnos con la verdad. La pregunta de Jesús: “Quién soy para ti”, es una pregunta al corazón que espera ser respondida no desde la sensibilidad afectiva, no desde el intelecto sino desde el corazón, con la verdad en la mano. La respuesta sincera desvelará no solo lo que Él es sino lo que tú eres. Se trata de la provocación esencial del evangelio, que continuamente nos cuestiona y nos llama a salir de nosotros mismos y de nuestros criterios mundanos.

Ahora bien, toda respuesta siempre se dará desde nuestra vivencia de fe. El papa Francisco en Evangelii Gaudium N°14, señala tres ámbitos, estos describen tres círculos de creyentes.

Un primer ámbito es el de quienes han rechazado a Jesús. Muchos tienen en sus corazones resentimientos, por motivos diversos, le culpan por la pérdida de un ser querido, por una catástrofe natural que les ha golpeado, siempre buscamos culpables y Él muchas veces “paga los platos rotos”, es lógico que, en este círculo Jesucristo sea un obstáculo o les sea ajeno. Priva la indiferencia pero esta ya es una respuesta.

Un segundo ámbito es el de “las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo”, en este grupo caben respuestas en las que Jesús sea un “bombero”, si hay fuego se llama a los bomberos, se apagó el fuego, se les agradece; cuando hay problemas se invoca a Jesús, pasa el problema “se le da de vacaciones”, es una relación efímera. Para otros, Jesús es un “banco” en donde se hacen “ahorros” que después se espera “cobrar” con intereses; en su nombre se realizan “obras de caridad”, más que ser obras de misericordia son préstamos con intereses; es una relación mercantilista.

Otros consideran a Jesús como un legislador implacable, viven su fe movidos por el miedo y el temor, la imagen de Jesucristo es de quien castiga los errores cometidos en la vida, prevalece el miedo.

Finalmente, el ámbito de “los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna”.
Es evidente pues que Jesús con su pregunta nos confronta. Si no nos preguntara tal vez sería mejor; su pregunta incomoda, da temor responderle, el miedo no es a Él sino a nosotros mismos, pues la pregunta desnuda lo que somos. Es más fácil sumergirse en el teléfono o en una lectura, en cualquier actividad que no compromete. Renunciar a responderle es renunciar a descubrir nuestra propia identidad, a nuestro crecimiento en el caminar de la fe.

Podemos dar respuesta prefabricada, encasillando a Jesús, enjaulando, de este modo, su acción pues nos cerramos al misterio liberador de la persona de Jesús.
Por este motivo Marcos añade la imposición del silencio: antes de hablar es necesario saber escuchar y aceptar la realidad de la liberación que ofrece Cristo. El ministerio de Jesús, que se revelará en la segunda parte del evangelio, como el Hijo de Dios que se donará en la cruz, y solamente así nos dará el don de la vida de Dios.
Cabe preguntarnos:

¿En qué ámbito me encuentro?
¿Quién es Jesús para mí?

Religión y Fe

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