A juicio de monseñor Silvio Fonseca, vicario de Familia de la Arquidiócesis de Managua, el discurso del papa Francisco ayer ante las Naciones Unidas, en Nueva York, fue iluminador al llamar a los gobernantes de la tierra a crear políticas incluyentes que fortalezcan la dignidad humana.
“Fue un discurso iluminador que fortalece el trabajo de la Iglesia católica, que no excluye, y más bien vela por los deberes y derechos de todos los ciudadanos”, reflexionó Fonseca al valorar el discurso del pontífice.
Durante el discurso del jefe del Estado Vaticano llamó a los gobernantes a trabajar por las mínimas condiciones dignas de las familias excluidas, garantizándoles techo, trabajo y tierra y a la vez fustigó cómo las guerras y el narcotráfico mantienen el caos en el mundo.
El argentino Jorge Mario Bergoglio, primer pontífice latinoamericano, también se pronunció en contra de las armas nucleares.
Luego del discurso en la sede de la ONU, el papa Francisco visitó la zona cero de Nueva York, donde miles de personas perdieron la vida tras la destrucción terrorista de las Torres Gemelas. Allí el papa rezó por la paz del mundo.
RESPETO A LA DIGNIDAD
Monseñor Silvio Fonseca asegura que los líderes del mundo deben practicar el bien común y el respeto a la dignidad humana, pero lamenta que los gobernantes hacen lo contrario, sobre todo los de América Latina.
“Los gobiernos no respetan la dignidad humana y aplican el bien común solo para las personas que comulgan con sus ideologías y eso va contra la dignidad humana, es una violación, porque todos tenemos derecho a gozar de la administración del Estado”, reflexionó Fonseca.
DERECHOS PARA LA FAMILIA
Francisco en su histórico discurso en español ante la Organización de las Naciones Unidas, instó a los gobernantes hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social.
“Este mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y todos los otros derechos cívicos”.
“Para que estos hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino. El desarrollo humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana no pueden ser impuestos”, dijo Francisco, ante decenas de líderes del mundo que participan de la 70° Asamblea General de esta organización.
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