En el juego de cartas del proyecto de un Canal Interoceánico por Nicaragua, el último naipe echado es que el gobierno de Daniel Ortega aprobó y celebró el Estudio de Impacto Ambiental y Social (EIAS), elaborado por la empresa internacional ERM (Environmental Resources Management). Sin embargo, las conclusiones de la firma no son muy alentadoras. Científicos afirman inclusive que el informe no es realmente un estudio de impacto ambiental y social, sino apenas un diagnóstico que señala los vacíos preocupantes del proyecto.
ERM dibuja cinco escenarios posibles para el futuro de la construcción de la obra que construiría el multimillonario chino Wang Jing, dueño de la empresa HKND. Uno es bueno y cuatro son malos. El escenario positivo propone que el Canal se hace y ayuda a la economía nacional, mientras que en los otros el Canal no pasa de ser un proyecto, se hace pero no es rentable, no se hace como se debe o se comienza pero no se termina.
En el mismo capítulo ERM presenta los impactos negativos inevitables de un eventual Canal y los beneficios potenciales, todos aprobados por el gobierno de Daniel Ortega. Con el Canal, se indica, no menos de treinta mil personas serían desplazadas y deberían acostumbrarse a un nuevo hogar; al último pueblo Rama que todavía habla su lengua nativa también le tocaría empacar sus cosas, Nicaragua diría adiós a gran parte de su bosque tropical húmedo y ecosistemas de alta diversidad serían arrasados por las obras, entre otros impactos negativos.
Por otro lado, en la lista de posibles beneficios resaltan el ingreso al Gobierno de 10 millones de dólares por año durante la primera década de la concesión a HKND; la contratación de 25,000 trabajadores (y no un millón, como aseguró en 2014 Manuel Coronel Kautz, presidente de la Autoridad del Gran Canal Interoceánico) y aumentos en la producción económica nacional.
No obstante, aunque lo desglosado por ERM fue oficializado por Ortega, para el sociólogo Cirilo Otero, director del Centro de Iniciativas Políticas Ambientales, el informe no es lo que el Gobierno dice.
NI SIQUIERA UN ESTUDIO SÍSMICO
“Lo que veo es un documento sin técnicas de estudio de impacto ambiental”, señala Otero. “Es un diagnóstico de la situación de la construcción posible de un Canal Interoceánico por Nicaragua. Se necesita un análisis que pueda llevar todos los aspectos: técnicos, históricos, culturales, financieros, económicos y topográficos”.
De hecho, en la página 235 del quinto volumen del informe, donde ERM apunta los vacíos de información del proyecto, se indica que hay “incertidumbre sobre la precisión de la topografía actual”, que los sondeos geotécnicos son mínimos, que “falta un estudio sísmico de campo”, que no hay “datos para evaluar el riesgo del drenaje ácido de rocas”, que no hay un estudio del balance de agua ni del manejo de la salinidad que “refleje el diseño actual del proyecto”, entre varias otras brechas. Y todas fueron aprobadas.
Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, dijo a medios oficialistas comenzando noviembre: “Queremos reconocer el trabajo que ha hecho la Comisión del Gran Canal de Nicaragua, que recibió y entregó a la empresa HKND la aprobación de los estudios de impacto ambiental y social después de muchos meses de trabajo ( ). El proyecto, con un impacto final positivo tanto en lo ambiental como en lo social, nos llena a todos de esperanza”.
Pero el estudio no afirma en ningún punto ese impacto final positivo.
Víctor Campos, subdirector del Centro Humboldt, quien leyó el informe, recalca que “no se demuestra el balance neto positivo que dice el Gobierno”. Además expresa que el estudio de ERM no está respaldado con información científico-técnica y que por lo tanto no cuenta con la rigurosidad necesaria. “Es incompleto. ¿Cómo se puede hacer una evaluación de impacto ambiental si no se tienen los estudios completos del agua, que son vitales? ¿Si no se tiene ni el diseño de la obra?”
“Es para impresionar, hermano”, lo explica el sociólogo Cirilo Otero. “Es para impresionar a la población de que las soluciones ya vienen ( ). La construcción del Canal está cargada de muchos aspectos políticos propagandísticos. Está relacionada con el nivel de empobrecimiento que el país tiene y el nivel de limitaciones del país. Por eso no solo el Gobierno, sino las personas que están involucradas tratan de decir cosas esperanzadoras que no responden precisamente a cambios que se puedan hacer. El discurso del Gobierno y de los políticos son expresiones fantasiosas”.
En una suerte de minirresumen de los cinco escenarios futuros posibles para la obra, el EIAS de ERM advierte:
“El proyecto presenta muchos riesgos. Si el proyecto no se construye de acuerdo con las buenas prácticas internacionales y no se implementan correctamente las medidas de mitigación o si el volumen de negocio del proyecto no se logra y los beneficios indirectos e inducidos que se han pronosticado para el largo plazo no ocurren o si la construcción del Canal no se finaliza, Nicaragua podría estar peor que sin hacer nada”.
Inmediatamente después viene un párrafo invertido, donde explica que si el proyecto cumple con absolutamente cada recomendación de la firma autora del estudio, el Canal podría ser viable.
REACCIONES ALREDEDOR DEL MUNDO
Como es de esperarse, la idea de otro Canal que una los océanos Atlántico y Pacífico ha despertado el interés mundial. En agosto pasado, el medio RT, de Rusia, le puso un nombre rocambolesco: “La bomba geoestratégica de Latinoamérica que cambiará la historia”. En su publicación se afirma que el Canal se está construyendo y que las obras debutaron el 22 de diciembre de 2014 en el departamento de Rivas, con la presencia y las palabras esperanzadoras de Wang Jing. El medio económico estadounidense Bloomberg, por su parte, se tomó la molestia también en agosto de viajar a El Tule, Rivas, un punto clave en la ruta contemplada para el proyecto canalero, y tituló: “China está haciendo un Canal en Nicaragua, pero no pudimos encontrarlo”. En su reportaje dieron con Juharling Mendoza, un empresario local de 32 años que está comenzando a construir una casa de dos pisos, seguro de que el Canal no se hará.
Revista Domingo contactó a las autoridades del Canal de Panamá, que se encuentra en proceso de ampliación, para conocer su opinión sobre el EIAS de ERM. Su respuesta, que pidieron fuera acreditada como “Canal de Panamá”, fue la siguiente:
“Cualquier proyecto de infraestructura y transporte es de beneficio para le región porque mejora su competitividad. No obstante, Panamá ya cuenta con esas opciones a través de la conjunción de servicios que ofrece, como los puertos, el ferrocarril, la autopista Panamá-Colón, los cuales complementan el servicio interoceánico del Canal de Panamá”.
Recordaron además que su vía acuática lleva “cien años brindando un servicio seguro y confiable al comercio mundial” y expresaron que “al no contar con los detalles a fondo de los estudios del Canal por Nicaragua” preferían no emitir un juicio al respecto.
Hace 11 meses, sin embargo, Jorge Luis Quijano, administrador del Canal de Panamá, sí compartió su opinión, pública y rotunda, a medios de su país: “Los tiempos que se han planteado (en Nicaragua para construir el Canal), especialmente ahora, porque al inicio decían que en cinco años iban a construirlo todo y ahora están hablando de que apenas van a empezar con una carretera, nosotros no los entendemos. Para nosotros es muy difícil entender por dónde va esto ( ). Yo no invertiría un solo real en ese proyecto. No hay hoy mercado para dos canales por Centroamérica”.
Doce mil kilómetros más lejos, en Beijing, vestido con elegante saco negro, camisa blanca de botones y un pin de la banderita de su país, con voz grave y tono serio, el empresario chino Wan Jing dijo en marzo pasado a la BBC: “No puedo dejar que este proyecto se convierta en un chiste de escala internacional”. Pero el dueño de HKND aseguró también que para el año 2020 Nicaragua sería transitada por buques portacontenedores de categoría triple E, que por su gran tamaño no caben en el Canal de Panamá. A cinco años de que se cumpla el plazo para ver el Canal operando y con todas las obras que brillan por su ausencia, “chiste” parece ser el sustantivo indicado para el proyecto más grande y quizá más fantasioso que ha salido de la agenda de Daniel Ortega.
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