CARTA ABIERTA DE CARLOS MEJÍA GODOY A JACINTO SUÁREZ
Muy estimado compañero Jacinto: confío no te extrañe que te llame compañero. Considero que, aunque estoy alejado de la actividad política, soy sandinista. Honra que llevaré hasta el último suspiro, sin que nada ni nadie me la haya concedido a través de un broche o un carnet de militante; sino por mi trayectoria de trabajo honrado y coherencia ética, a lo largo y ancho de mi vida.
Fui invitado, como exdiputado de la Asamblea Nacional, al evento del jueves 19 de noviembre, para celebrar el XXX aniversario de la Constitución Política de Nicaragua, documento histórico que —como representante de la Región I— tuve el privilegio de firmar. Qué bonito reecontrarme con mis colegas de entonces, en un ambiente sano, fraterno, ajeno a cualquiera sensación confrontativa, a pesar de nuestra diversidad de pensamiento.
Al final, como el mejor postre, me obsequiaron un lote de libros. Y entre ellos, ¡una joya!: tus Memorias, etiquetadas con la frase inmortal En el mes más crudo de la siembra. Te confieso: me leí el libro de un solo tirón. Primero, por el rigor histórico con que plasmaste tu biografía. Pero, sobre todo, porque —a pesar de la descripción descarnada y cruda de las torturas y vejámenes que vos y tantos hermanos sufrieron— no encontré un ápice de protagonismo, que pudiese viciar levemente tu testimonio.
El único error, que más de alguien tildará de insignificante, está en la página No. 60 (sic) “…Ese era Antonio Baltodano, el de la canción de Tomás Mi venganza personal”.
Y reflexiono: Flaco favor le hacés a la memoria de Tomás Borge, convirtiéndolo en el compositor de una canción que jamás compuso. Es más, el legendario dirigente siempre le reconoció a Luis Enrique el hecho de haber popularizado, con el recurso de la música, esa estremecedora vivencia.
Conociendo la modestia de mi hermano, quizás él me reproche estas líneas. Pero yo lo hago, justamente, porque lo que señalo está —guardando las distancias— en total sintonía con lo que vos mismo hiciste en el introito del libro. Qué hermoso acto de justicia: lejos de apropiarte del Epitafio de Leonel Rugama, citás en página entera el emblemático verso, síntesis de toda una vida.
Jacinto, me consta tu humildad. No dudo que en la próxima edición de tu obra, vas a corregir ese pequeño “lapsus”, que no mancha el corpus integral de tu estupenda autobiografía. Te saluda con la amistad de siempre.
Carlos Mejía Godoy.
NECESIDAD DEL SENTIDO CRÍTICO
Se ha dicho que el sentido crítico es una premisa básica de la libertad de las personas.
A través de los medios de comunicación recibimos a diario gran cantidad de información procedente de un gran número de emisores, que si bien nos informan de la cambiante realidad circundante, y aún de la lejana, cabe que lo hagan dentro de un estilo determinado.
Discriminar de entre esa plétora de datos lo que realmente nos interesa puede ser una tarea ardua, pero a la que no se debe renunciar, so pena de caer en el pasotismo o diluidos en la masa.
La experiencia nos muestra que las cadenas de radio, de TV, o de la prensa escrita, tienen muy variadas líneas editoriales o tendencias ideológicas; incluso con ligeras variantes cuando tienen más de un medio. Junto con ello, cabe que además pretendan trasmitir un mensaje de fondo determinado.
No se olvide que si bien el imperio de la comunicación se enmarca dentro del mundo de los negocios, y por tanto persiguiendo un beneficio económico, también es verdad que los financiadores de esos medios pueden tener —y con frecuencia lo tienen— un proyecto para moldear la opinión general de los ciudadanos en un sentido u otro, y cabe que dicho propósito moldee la información, al quedar sometida a algún filtro ideológico que le quite parte del rigor, la neutralidad y la honestidad que cabría esperar de un ejercicio ético de la labor informativa.
En ese caudal noticiario, un importante volumen de tiempo y espacio se dedica a lo que genéricamente llamamos “política”, tanto de la información derivada de la gestión del gobierno y de la cosa pública en general, como de la acción de los partidos políticos y de sus dirigentes para generar opinión publica favorable a sus intereses; y más en épocas preelectorales.
En este terreno no es infrecuente que empresario y partido compartan similares puntos de vista, sumando interacciones entre el medio y el político emisor del mensaje, con objetivo último de moldear el sentido crítico de los receptores de la información o de los espectadores de una tertulia.
Es interesante señalar que las técnicas para influir en la opinión pública han avanzado tremendamente, no solo en la teoría sino también en su aplicación práctica; no solo desde el punto de vista de la propaganda comercial, sino también de la ideología.
Como ejercicio, es interesante analizar las tertulias como vehículo ideologizador, donde la habilidad lingüística puede primar sobre las ideas; donde es frecuente que el organizador plantee la escena como un pugilato, como un espectáculo.
En este campo de conformación de las conciencias, no es baladí el interés de los partidos políticos por utilizar el sistema educativo como medio de adoctrinamiento hacia su ideología.
El ideal de los medios es tener un receptor pasivo, con escaso sentido crítico, que acoja los mensajes con asentimiento, y que no cambie de canal. Quizás lo contrario de lo que a un ciudadano informado interesa: si no hay reflexión y criterio propio no habrá libertad responsable. Por ello es bueno desarrollar y ejercitar el sentido crítico y reflexivo para percibir e interpretar la realidad y buscar la verdad; discernir lo valioso de lo que no lo es, yendo más allá de lo aparente. Una reflexión que induzca a la acción, ponderando las consecuencias de nuestras acciones o decisiones. Conviene pesar la mercancía ofrecida y al oferente, suele decir un amigo.
Agustín Pérez. Foro Independiente de Opinión.
ACCIÓN DE GRACIAS
El jueves de esta semana se conmemoró en los Estados Unidos la mayor festividad religiosa, que recuerda la llegada de los peregrinos del Mayflower cuando el país era todavía una posesión británica.
Se ha dicho que esta fiesta es inclusive de mayor difusión que la Navidad y es motivo de un desplazamiento masivo de la población para celebrar en familia la tradicional cena del pavo.
Es una bonita costumbre que los latinoamericanos, tan dados a imitar las costumbres de los norteamericanos, no celebran. Pero es curioso que otras conmemoraciones como Halloween, el conejo de Easter, el Black Friday y algunas que se me escapan —para no mencionar al famoso Santa Claus y los paganos árboles de Navidad, que han desplazado en nuestros países la tradición cristiana del pesebre y los nacimientos— sí han sido imitadas aun cuando no exista una tradición que las sustente.
Dar gracias a Dios, como lo hicieron los peregrinos anglosajones, es digno de imitar, aunque propiamente el agradecimiento a nuestro Creador debe ser diario y no un día determinado de noviembre.
Ser agradecido es signo de humildad y enaltece a quienes practican esa virtud. Por ello, aunque con un poco de retraso, he deseado aprovechar esta fiesta anglosajona para desear a mis amistades y familiares un feliz Día de Acción de Gracias, deseando que esta piadosa costumbre tome arraigo en nuestra América Latina.
Silvio Avilez Gallo.
