14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Visita a una tumba

Nunca pensé que fuera un personaje para una novela, hasta que en una larga noche de insomnio, insoportable con el calor de marzo, pensé en qué se sentiría pasar todas las noches sin conciliar el sueño. Debe ser atroz, pensé, y me compadecí de inmediato de Lucas Evangelista, a quien conocí en 1998 y luego lo entrevisté unas 12 veces hasta que lo vi por última vez el 24 de febrero de 2004 en una marcha de los suyos en Managua.

Por José Adán Silva

Nunca pensé que fuera un personaje para una novela, hasta que en una larga noche de insomnio, insoportable con el calor de marzo, pensé en qué se sentiría pasar todas las noches sin conciliar el sueño. Debe ser atroz, pensé, y me compadecí de inmediato de Lucas Evangelista, a quien conocí en 1998 y luego lo entrevisté unas 12 veces hasta que lo vi por última vez el 24 de febrero de 2004 en una marcha de los suyos en Managua.

Su historia me la conozco al dedillo y no una vez la he contado: extrabajador bananero que de joven soñó con ser un sastre de lujo, aspiración truncada en las plantaciones de banano de Chinandega, donde aspiró por años los vapores venenosos del nemagón.

A esa sustancia le achacó él, por el resto de su vida, la culpa del insomnio eterno que le comenzó a mediados de los años ochenta, cuando solía hacer “vigilancia revolucionaria” y ya se le quedó hasta el día de su muerte, el 18 de noviembre de 2005, a la edad de 53 años.

El pasado abril regresé a Chinandega a indagar la suerte de una generación de jóvenes y niños que había entrevistado entre 2002 y 2003, para una serie de reportajes que, gracias al fotorreportero Manuel Esquivel, terminaron convertidos en un gran reportaje que luego se convirtió en libro.

Con Nemagón, génesis de una pesadilla en mis manos, me interné con Esquivel a buscar a aquellos niños deformes, cuyas fotos impactaron al país. Habían pasado más de 11 años desde que se les retrató y la historia de sus vidas, más allá del interés periodístico, era una interrogante que yo sentía que debía responderme.

En esa agenda incluí visitar a la familia de Lucas Evangelista Roque Barahona, en la Villa 15 de Julio, para conocer a fondo cómo habían sido sus últimos días, ya que aunque sabía que había muerto, nunca tuve una versión directa de su final y pensaba, o deseaba más bien, que hubiera sido una muerte digna y compasiva que paliara el sufrimiento de sus noches eternas.

La primera sorpresa que me encontré, que nos encontramos, es que la mayoría de los personajes adultos del libro-reportaje habían muerto y que la mayoría de los niños-jóvenes con deformaciones y enfermedades seguían vivos en su mayoría, aunque muy golpeados por el tiempo, la pobreza y las enfermedades que los convirtieron en una generación condenada a la desgracia.

El tema del nemagón aún abre heridas allá y provoca variadas reacciones. Las esperanzas, que antes generaban las demandas masivas contra las transnacionales, han dado paso a un estado colectivo de rabia y frustración. Reina la desconfianza y la desesperanza.

Cándida Rosa Barahona, la madre de Lucas, es un ejemplo de ese estado. En 2002, la primera vez que nos recibió en su rancho, era toda alegría y esperanza. Ahora, 12 años después, era todo lo contrario: marchita y dubitativa, apenas con vestigios del vigor de antes.

Después de las tres marchas que su hijo y ella hicieron a pie desde Chinandega a Managua, para exigir justicia en sus demandas, Lucas no pudo volver a caminar por sí solo.

1400289565_jascronica3

Se apoyó en varas como muletas y pasaba sentado a la sombra de un árbol, esperando solo la muerte. El sueño que se le extravió años atrás nunca regresó y doña Cándida lo oía resoplar en la oscuridad del rancho; para cerciorarse de que su hijo estaba vivo ella siempre le hablaba y él le respondía de inmediato.

En la semana que murió, Lucas fue llevado por su madre y unos sobrinos tres veces al hospital Monte España, Chinandega, luego de varios desmayos y días de dolores. El dictamen médico, revelado en la tercera y última visita de emergencia al hospital, fue demoledor: sus riñones no funcionaban, tenía una infección estomacal, anemia profunda, presión arterial alta, diabetes y los desmayos sufridos habían sido dos infartos y un derrame cerebral del cual no volvió sino a morir a su casa.

Su familia lo enterró en el cementerio local de la Villa, hasta donde su madre nos llevó para elevar otra plegaria por él y de paso limpiar la fosa. El terreno era árido, con maleza por todos lados, el sol calcinaba el ambiente y las tumbas no eran más que una secuencia desordenadas de promontorios de tierra seca con flores plásticas descoloridas.

Ella avanzó con dificultad hasta llegar al sepulcro de Lucas, triste, pobre y con aires de abandono. Arrancó de raíz unas enredaderas secas y levantó una basura al lado del promontorio, estuvo un rato de pie, murmuró algo y se regresó con la misma dificultad para caminar entre la maleza. Una nube de polvo la envolvió y le acentuó el aura de sufrimiento que vivió al lado de Lucas, su hijo.

Sección Domingo novela tumba

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. Mariamagdalena
    Hace 10 años

    Es un personaje de una novela real, la que vivimos en nuestro paisito, donde el dolor de nuestros pobres no cuenta para nadie, ni para nuestros mal llamados pastores espirituales la CEN, que como bien dice el Pensador en el Azote, todavía la CEN no sabe si CEN O NO CEN.

  2. Nicaragueguense
    Hace 10 años

    Un relato muy triste. Lamentablememte ese es el drama de los mas pobres en Nicaragua, ya que el 99% somos pobres unos mas que otros, el 1% restante si puede vivir bonito, cristianamente y solidario teniendo tiempo hasta para “dialogar” en nombre unos del pueblo y otros quien sabe realmente con que intereses. Al final seguiremos siendo pobres y terminaremos con un final igual o peor a tantos afectados por el Nemagon.

  3. jose m. fernandez.
    Hace 10 años

    Jose,no puedo ni escribir lo q’ estoy pensando de todo lo q’ acontesio,y del suplicio de los afectados,de lucas,y de su mama.Solo quiero dejarles con la idea de q’ definitivamente se necesita mas enseñanza humanista fundamental,y menos iglesia en el mundo,pues creo fielmente q’ las ideas de la ultima no ayundan en nada a mejorar de ningun punto de vista al ser humano.Fijense q’ ideas predominan en las mentes de los q’ causan estos terribles sufrimientos a la humanidad.Me disculpan si los ofendo

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí