Por Juan Carlos Ampié
Regreso de vacaciones para ponerme al día con la cartelera de cine, y casi me pierdo la mejor película de acción en lo que va del año. No soy el único. Al filo del mañana se vio masacrada en la taquilla ante el fenómeno llamado Bajo la misma estrella . El melodrama juvenil sobre un romance entre adolescentes con cáncer le aplicó una estrategia de tierra arrasada al vehículo de estrella de Tom Cruise. Y es una lástima, porque entre las usuales escenas de destrucción masiva, esconde una excelente actuación de su estrella principal.
La película no pierde tiempo. Un montaje multimedia, similar al que abre World War Z , nos pone al día con el lamentable estado del planeta Tierra. Hemos sido invadidos por una fuerza extraterrestre que ha conquistado Europa y avanza implacablemente por los cuatro puntos cardinales. Cage (Cruise) es el vocero de la resistencia humana. Adorna con su carisma los programas de televisión, predicando el evangelio de la fuerza militar multinacional. Pero el niño bonito cae en desgracia, y es enviado sin mucha ceremonia al frente del combate. Como carne de cañón, lo insertan sin entrenamiento previo en una gigantesca armadura de metal. Es el lastre de un escuadrón que invade la Europa ocupada. Bajo fuego conoce a la heroína de guerra Rita (Emily Blunt). Apenas intercambian miradas y entonces… Cage muere. Han pasado apenas unos diez minutos.
No desmaye. La premisa del guión encierra a Cruise en una especie de anillo de Moebius. Muere, pero inmediatamente despierta como de una pesadilla, una vez más en su primera mañana como guerrero. Así, Cage revive el mismo día una y otra vez. Es la misma premisa de El día de la marmota (Harold Ramis, 1993), pero sin ser abiertamente cómica. Pero en lugar de un irónico Bill Murray, tenemos a una de las estrellas de acción más longevas de la industria, desarmando capa por capa su arquetipo. Cruise siempre ha sido un actor astuto, y aquí aprovecha la oportunidad para matizar su interpretación en variantes casi infinitas. Es una genuina prueba de resistencia actoral.
El truco narrativo del reinicio es eventualmente justificado, pero su principal valor es simbólico. Demasiadas películas modernas emulan la estética de los videojuegos, pero esta realmente asume la estructura de la experiencia del jugador, que “muere” para volver a empezar al inicio de su misión. La repetición también evoca la cualidad derivativa del cine comercial moderno. Al filo del mañana cita conscientemente a numerosas películas previas. Los robots extraterrestres, cuyos motivos no son totalmente explicados, son una mezcla malsana entre el monstruo de Alien (Ridley Scott, 1978) y Los Transformers (Michael Bay, 2007-2014). La presencia de Bill Paxton como jefe militar apunta a Aliens (James Cameron, 1986), y de ahí viene también la escuadra de variopintos estereotipos de machismo.
La principal subversión tiene que ver con el personaje femenino. Es Rita quien tiene genuina habilidad física y valor. El protagonista masculino es casi alivio cómico. Está más cerca del Pato Lucas que de John Wayne. Con cada muerte y resurrección gana un poco más de pericia, y una pieza más del rompecabezas. La película pierde vapor a medida que avanza a su resolución, pero Cruise mantiene al espectador en ascuas. Escena por escena, vuelve a construir a su héroe de acción ante nuestros ojos. Es como si el director Doug Liman dramatizara en un escenario bélico de ciencia ficción el trabajo de preparación de un actor. Tensa, intensa y divertida, Al filo del mañana es la mejor película de acción que nadie quiere ver. Aún se exhibe en un par de pantallas. No la deje pasar.
Ver en la versión impresa las paginas: 19
