Quien lo dice es la representante del gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) en Nicaragua, la señora embajadora doña Laura F. Dogu, confirmando la preocupación que existe en Washington por el estado de la democracia en nuestro país.
Siempre se ha dicho que la democracia, con todos los defectos y fallas que pueda tener, es la mejor forma de gobierno que existe en este mundo imperfecto. Eso nos está diciendo que no hay democracia perfecta y por consiguiente, no hay país con un sistema de gobierno perfecto. Lo que hay son países que tienen menos defectos que otros y que se acercan más a ese ideal inalcanzable.
Ahora bien, según parece EE. UU. está acusando a Nicaragua de tener una mala imagen ante el mundo por sus fallas en aplicar la democracia. Pero esa acusación se sustenta sobre parte de lo que tiene que tener un sistema democrático y en este caso es en el sistema electoral que está produciendo las elecciones en proceso y de allí se desprenden las fallas contra los derechos humanos.
Pero como ya dijimos, la democracia es más que unas elecciones y entonces veamos la imagen que da los EE. UU. por sus fallas al aplicar la democracia. Fallas que van directamente contra los derechos humanos de sus ciudadanos, especialmente el derecho a la seguridad ciudadana y a la vida.
Hoy por hoy en EE. UU. no se puede ir con seguridad y sobre todo con tranquilidad a una discoteca porque llega un loco armado con un fusil de guerra y asesina en el trayecto de tres horas a cincuenta personas inocentes que solo se estaban divirtiendo y la policía no hizo nada. Caso que se dio en la ciudad de Orlando, Florida. Pero eso no para allí. Las matanzas se dan en escuelas, colegios y universidades y se dan en centros comerciales y calles de cualquier ciudad y los políticos no hacen nada porque son socios de la Asociación Nacional del Rifle, poderosa organización culpable de que el pueblo de EE. UU. sea el más armado del mundo y no con escopetas, pistolas y rifles de cacería, sino con fusiles de guerra que son con los que masacraron a los ciudadanos de San Bernardino, California y de muchos lugares que se me escapan de la memoria.
¿No es acaso un derecho humano asistir a las escuelas y universidades con toda tranquilidad y seguridad? Sin embargo, en EE. UU. no lo hacen porque los gobiernos estatales no solo no promueven leyes que ayuden a disminuir las matanzas sino que aprueban leyes que les permite a los estudiantes llegar armados a sus universidades. Esa es una grave falta contra la democracia, porque promueve la inseguridad de los estudiantes que es un derecho humano que les violan.
En Nicaragua una elección puede que no sea transparente ni observada por personas ajenas a nuestra realidad, pero nunca se ha dado una matanza ni en una escuela de secundaria ni en ninguna universidad. Tampoco en ningún centro comercial ni discoteca ni mucho menos en ninguna iglesia católica o templo de otra religión.
La policía en Nicaragua es acusada de violenta porque a veces vapulea más allá de lo tolerable a algún ciudadano o comete atropellos que lesionan los derechos humanos de quienes reciben esa clase de trato. ¿Pero qué pasa con la policía de EE. UU.?
Ellos no vapulean sino que asesinan a todo joven de raza negra que según los policías tiene malas intenciones. El joven negro puede estar saliendo de una heladería con un cono en la mano y para la policía es un delincuente con un arma en la mano y aplican la fórmula de Pancho Cabuya: disparen y después investiguen. Ellos siembran el terror en las calles de Los Ángeles, Chicago, Nueva York y otras grandes urbes y no pasa nada.
Y hablando de elecciones. ¿Qué imagen buena puede dar un país en el que el 70 por ciento de su población repudia a los dos candidatos, a uno por ignorante y patán y a la otra por mentirosa consumada y cínica, teniendo que votar por el menos letal?
“En todas partes se cuecen habas”.
El autor es periodista.
