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Contrastes de dos elecciones en noviembre

Dos elecciones en el continente americano que se efectuarán a escasos dos días de diferencia, el 6 y el 8 de noviembre, tendrán lugar en Nicaragua y los Estados Unidos (EE. UU.) respectivamente.

Dos elecciones en el continente americano que se efectuarán a escasos dos días de diferencia, el 6 y el 8 de noviembre, tendrán lugar en Nicaragua y los Estados Unidos (EE. UU.) respectivamente. El contraste de estos procesos electorales es evidente y apabullante.

Mientras en los EE. UU. los dos principales candidatos sostienen tres intensos debates televisivos de 90 minutos (el segundo tuvo lugar el domingo pasado), y millones pueden ver y evaluar su ejecutoría a fondo para poder tomar una decisión a conciencia, en Nicaragua el candidato que ya ganó en la farsa no se molesta en hacer campaña, ya no digamos participar en un debate con los otros cinco candidatos, la mayoría desconocidos.

Mientras en los EE. UU. hemos visto cómo la prensa vigila a los candidatos y saca información relevante, como la que consiguió el Washington Post con un video filmado hace 11 años en un bus, en que Donald Trump hace comentarios denigrantes sobre mujeres y se jacta de que como él es famoso, puede hacer con ellas lo que quiera y ellas se dejan, grabación que le podría costar la campaña y ha desatado una verdadera tormenta dentro del Partido Republicano.

En Nicaragua por el contrario hemos visto con asombro que el Gobierno trata de establecer un sistema de espionaje sobre los periodistas independientes, tal como denunció la semana pasada mi hermano Carlos Fernando Chamorro, documentando su denuncia con nombres de personas que se han identificado como pertenecientes al Ejército de Nicaragua y al partido de gobierno que han acosado a miembros de su personal invitándolos a dar información sensitiva sobre su medio.

Es decir, en Nicaragua el proceso electoral tiene una nueva víctima: la libertad de prensa que más bien debería de ser privilegiada como en toda democracia representativa.

En el proceso electoral de los EE. UU., los dos candidatos principales están dispuestos a debatir sobre todos los temas: económico, social, internacional, impuestos, escudriñar cada rincón de su trayectoria personal y pasado de cada uno, enfrascándose en una campaña descarnada.

En Nicaragua no solo no hay debate, sino que a menos de un mes de las votaciones, no se siente que haya campaña del todo, porque la oposición verdadera no está participando. Por eso el proceso electoral en Nicaragua ha sido llamado farsa electoral, porque es uno en que el voto no elige, sino que confirma.

Quizás en lo único que se parecen ambos procesos es que en el de los EE. UU., aparte de Hillary Clinton (Partido Demócrata) y Donald Trump (Partido Republicano) hay también cuatro candidatos desconocidos, cuyas fotos aparecerán en la boleta electoral, pero ninguno de ellos tiene el menor chance de ser electo. En Nicaragua además de Daniel Ortega hay cinco candidatos.

Sería interesante que se realizara una encuesta para determinar qué porcentaje de los ciudadanos a estas alturas de la campaña podría mencionar correctamente sus nombres. Apuesto que saldrían aplazados.

Es tan amplia la democracia en los EE. UU. que los tres debates televisivos de 90 minutos que se realizan y que son presenciados por la inmensa mayoría de los votantes pueden inclinar la balanza a favor de uno u otro candidato, independientemente de los compromisos partidarios del electorado.

Prominentes líderes del partido republicano, congresistas, gobernadores, excandidatos presidenciales y senadores que, luego del escándalo provocado por un video filmado hace 11 años dentro del bus y de ver dos de los tres debates, han manifestado que no votarán por Donald Trump.

Y es que el votante en los EE. UU. tiene sin duda una mayor responsabilidad que el votante en Nicaragua, tiene una responsabilidad global. Allá no solo se está eligiendo al líder de la nación, sino al líder de la mayor potencia mundial, a un hombre o mujer que tendrá en sus manos el código de las armas nucleares.

Por eso los electores pueden apreciar a los candidatos, moderados por la prensa, en lo que realmente son, desde sus expresiones faciales, su temperamento, su línea de argumentación y por supuesto sus promesas electorales. En Nicaragua todavía estamos muy lejos de un debate presidencial, pero algún día lo veremos.

El autor es periodista y ex diputado del PLI destituido arbitrariamente.

Columna del día Estados Unidos Nicaragua

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COMENTARIOS

  1. Justo
    Hace 8 años

    Si Somoza viviera se moriria de envidia al ver cuan lejos ha llegado el dicatador Ortega en abusos contra el pueblo y que el tambien dictador, jamas llego a implementar.

  2. Mario
    Hace 8 años

    Lo siento Pedro eso creo que no lo veras vos ni yo que tengo 48 an’os.

  3. Pancho Madrigal
    Hace 8 años

    En Estados Unidos se vota y se elije. En Nicaragua se hace la mueca – circo electoral – de que se vota pero el voto unicamente ratifica al dictador de turno. No hay elecciones, sino meramente selecciones.

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