En el Canto II de La Odisea (Agora de Itacenses, partida de Telémaco), Homero menciona a la diosa “Temis, que disuelve y reúne las asambleas de los hombres”. Esto se puede entender como que en la época de Homero, de la Guerra de Troya y La Odisea, los griegos eran gobernados por reyes pero ya existía el sistema democrático de las asambleas populares.
Homero cuenta que Telémaco, hijo de Odiseo (Ulises), el héroe de la Guerra de Troya que no ha podido regresar a su patria y su hogar en Ítaca a pesar de que han pasado casi veinte años desde que partió, convoca a la asamblea del pueblo en el ágora (plaza) de la ciudad.
Telémaco quiere que los ciudadanos tomen en la asamblea una decisión que le ayude a enfrentar la crítica situación que le ha creado la larga ausencia de su padre, así como la falta de autoridad en Ítaca y el asedio que sufre su madre, Penélope, de los príncipes pretendientes que quieren casarse con ella y mientras esperan su decisión consumen y agotan las reservas de la casa y la ciudad.
Cuando Odiseo se marchó a la Guerra de Troya encomendó al sabio anciano Mentor el cuidado de su casa y, por lo tanto, de su reino. Mentor se encargó también de educar a Telémaco, pero este es muy joven para hacerse cargo de responsabilidades mayores. Según Homero, la asamblea de Ítaca no se ha reunido durante la ausencia de Odiseo, solo lo hace cuando Telémaco, inspirado por la divina Atenea, diosa de la inteligencia y la sabiduría, convoca a los ciudadanos al ágora y les pide en nombre de Zeus y de Temis que le ayuden a resolver la situación.
De lo dicho por Homero se desprende que los griegos tenían una diosa protectora de las asambleas y de la toma de decisiones del pueblo, la cual es Temis, también diosa de la justicia.
Parece lógico que la misma diosa que preside la justicia, proteja también las asambleas de los hombres y las decisiones que se toman democráticamente en la plaza de la ciudad. Al fin y al cabo, gobernar es una forma de hacer justicia siempre y cuando se gobierne con honestidad, ecuanimidad y eficacia.
Temis (palabra que significa orden según Robert Graves) es hija de Urano (el Cielo) y de Gea (la Tierra). Ella es una de las titánides y la única que, cuando sus hermanos hacen la guerra contra Zeus y demás dioses del Olimpo, se pone de parte de estos.
Durante la guerra contra los titanes, Temis aconseja a Zeus que se cubra el cuerpo con la piel de Almatea, la fabulosa cabra cuya leche lo alimentó e hizo fuerte en su tierna infancia. Esa piel es una coraza impenetrable que impide que las armas de sus enemigos hagan daño a Zeus.
Temis se casa con Zeus y es su asesora en todos los asuntos que se refieren a las leyes y el orden de las cosas y de los hombres.
Temis, quien tiene su templo en Delfos, enseña a Apolo el arte de la adivinación y le cede su templo délfico, que a partir de entonces se convierte en santuario del oráculo más importante de toda Grecia.
Temis es madre de las Horas: Eunomia, encargada de velar por el cumplimiento del orden legal; Diké, patrocinadora del derecho; y Eirene, patrona de la paz.
Zeus y Temis procrean también a las Moiras, que representan las tres fases de la existencia humana: Cloto, el nacimiento; Láquesis, el período de vida; y Átropos, la muerte.
Temis es madre igualmente de la virginal Astrea, quien vivió en la tierra al lado de los hombres durante la Edad de Oro. Pero cuando los humanos se corrompieron, comenzaron a practicar el mal, a hacerse daño los unos a los otros y desoyeron los llamados de Astrea a respetar la justicia, la paz y el orden, la diosa huyó espantada hacia el cielo y desde entonces esas supremas virtudes no han vuelto a reinar plenamente en el mundo de los hombres.
Al parecer también Temis deja de proteger a las asambleas, cuando renuncian a ser cuerpos democráticos y se convierten en instrumentos de la ilegalidad y cómplices de la tiranía.