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Los DD.HH. como base de la democracia

El pasado 10 de diciembre de este año 2016, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DD. HH.) cumplió 68 años

El pasado 10 de diciembre de este año 2016, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DD. HH.) cumplió 68 años. En efecto, el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, redactada sobre la base del anteproyecto presentado por René Cassin, principal autor del mismo.

Los DD. HH. son la filosofía moral del mundo contemporáneo y la piedra angular de la sociedad y la democracia de nuestro tiempo. Su defensa y cumplimiento es una de las tareas más importantes y exige la reafirmación de una ética y una escala de valores que sustenten la libertad, la justicia, la democracia, la paz, la tolerancia, el derecho a la diferencia, la equidad de género, la defensa del medioambiente, entre otros.

La crisis de nuestro tiempo es principalmente una crisis ética, luego, como consecuencia, una crisis política, económica y social. En términos generales, se padece un proceso de adulteración de los fines y la suplantación de una conciencia de solidaridad, sensibilidad y espíritu crítico, por el consumismo y la inautenticidad.

La sociedad presente se ha debatido y debate entre los abusos de los sistemas autoritarios, sean estos de izquierda o de derecha, y los de un capitalismo corporativo transnacional injusto y enajenante.

Los Derechos Humanos deben descansar en una ética integral, acorde a los problemas y contradicciones que enfrenta, a fin de preservar los alcances obtenidos a través del reconocimiento de los derechos civiles y políticos y de los derechos económicos, sociales y culturales, consagrados en los tratados internacionales y en las constituciones y la legislación ordinaria de la mayoría de los países del mundo.

Es innegable la necesidad de proteger a la persona contra los abusos del Estado y del poder, y de mejorar los mecanismos jurídicos nacionales e internacionales. El ser humano tiene derecho a la vida, integridad y dignidad, y, por supuesto, a la libertad, cualquiera sea su condición socioeconómica, política o ideológica, y cualquiera el lugar o contexto en el que se encuentre.

La reciente represión ocurrida en Nicaragua, el 30 de noviembre, en contra de campesinos que reclamaban sus derechos  atropellados por la Ley 840 y, en consecuencia, en defensa de la soberanía nacional confiscada en la mencionada ley, son una flagrante violación a los DD. HH. y a los principios y valores que contienen.

Toda actitud que limite la protesta cívica y el derecho a manifestarse en forma pacífica, destruye los principios y valores que sustentan ese derecho. Los campesinos, organizados en el Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía, a los que se impidió llegar a Managua, fueron objeto de una serie de acciones violentas de parte del poder, lo que produjo un número de heridos y golpeados entre los manifestantes, el bloqueo de las carreteras y vías de acceso a la capital, y la destrucción de puentes y daño a los caminos a fin de impedir la protesta.

Como era de suponer, los resultados políticos fueron de respaldo a este movimiento y de censura a la actitud del Gobierno, pues la acción llevada a cabo por el poder es una evidente violación a los DD. HH. y a los valores y principios que promueven.

Los hechos referidos han tenido un impacto significativo de repudio en la ciudadanía, consciente cada vez más de su deber de luchar para que esos valores y principios prevalezcan y de rechazar toda forma de autoritarismo y abuso del poder.

Los DD. HH. son la base integral de la democracia. Transgrede los principios y valores que los sustentan, no solo el Estado que ejerce la violencia física sobre las personas, sino el poder que impide la práctica de derechos fundamentales como la libertad de expresión y movilización, el derecho de manifestarse y expresar en forma cívica los propios puntos de vista que motivan su pensamiento y acción.

Es imprescindible la afirmación de los DD. HH. como referente moral de nuestro tiempo, como una ética del desarrollo y la democracia que sirva de soporte a las decisiones económicas y a la acción política, social, y cultural. Sobre ellos se debe sustentar y desarrollar una auténtica democracia representativa y participativa, en las que converjan formando una unidad indisociable, la libertad y la justicia.

En ese sentido, es importante estar conscientes de la necesidad de proteger al ser humano frente al poder y sus abusos, frente a la deformación demagógica que pretende justificar la agresión contra las personas, en nombre de la razón de Estado, la ideología, la defensa de la colectividad, como si fuera posible construir la esperanza, la libertad y la justicia sobre la anulación de los derechos ciudadanos.

A nivel mundial el desafío es enorme, pues se trata de establecer los medios de defensa de la Declaración Universal y de los derechos que la conforman, al tiempo que se van incorporando, como en efecto ha ocurrido, nuevos derechos que exigen cada vez mayor atención y participación en su defensa y realización. Particularmente, situaciones relacionada con la calidad de la vida y la defensa del medioambiente, que es una de las motivaciones de los campesinos nicaragüenses en sus acciones de defensa, no solo de sus tierras, sino del ecosistema, del lago y la condición medioambiental que se vería severamente afectada con las medidas referidas a la construcción del canal interoceánico.

La actividad de los campesinos nicaragüenses en defensa del medioambiente, cumple con los objetivos fundamentales de los DD. HH. orientados a la protección de la naturaleza y, consecuentemente, de la calidad de la vida.

El desarrollo de un concepto más integral de la calidad de la vida ha reconocido y normado la relación del ser humano con la naturaleza y el medioambiente en general. La protección del ecosistema ha integrado una dimensión más universal al concepto y práctica de los DD. HH. Asimismo, el derecho a la democracia, la paz y el desarrollo, ha hecho de los DD. HH. la dimensión espiritual de nuestro tiempo y la plataforma sobre la cual se sustentan los fines y objetivos más preciados de la sociedad contemporánea.

El autor es jurista y filósofo nicaragüense.

Columna del día democracia derechos humanos

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